Opinión

WASHINGTON ALAVA UN EJEMPLO A SEGUIR

Silvio Devoto Passano

sidepaderby@hotmail.com

No hizo suya ninguna estadística, ni siquiera apareció en temporada alguna entre los diez mayores ganadores de carreras del “Santa Cecilia” o “Costa Azul” donde laboró durante muchos años pero está en el recuerdo de todos los que vivimos de manera intensa aquella hermosa época y encabeza el  raking de los profesionales del turf que mejor calidad de vida pudieron y pueden disfrutar junto a sus seres queridos.

Fueron tiempos de jinetes de superior calidad, nacionales y extranjeros, cuando lograr firmar buenas montas era poco menos una quimera para los de “media tabla”.

Una que otra aparición en las carteleras semanales y lógicamente pocas victorias para enriquecer el palmarés de alguien que deseaba triunfar en la hípica y tenía el firme deseo de lograr un mejor vivir para él y los suyos.

No tenía posiblemente las condiciones que exige la dura y difícil profesión de jinete para llegar a ser una figura, pero amaba el turf desde muy niño y a más de ser un buen observador de lo que hacían los “grandes” sobre un puro  de carreras sentía cada vez con mayor intensidad el deseo ferviente de aprender los secretos de la cuida, galope y ejercicio del   caballo.

Y se fueron dando las cosas, con el andar del tiempo llegó a manejar los entrenamientos en las cuadras “Chipipe”  y “El Ocho” mereciendo la confianza del Ing. Miguel Salem Dibo, propietario de las mismas, y el reconocimiento de los preparadores que lo llamaban a traquear sus caballos en la seguridad de tener al mejor de todos en su campo.

No había caballo “duro” ni indócil que no pudiera controlar, las conocía todas, había perdido el miedo desde el mismo inicio como mozo de cuadra y tenía un rigor realmente llamativo para dominarlos y exigirlos sin problema alguno.

Y Wacho respondió siempre, devolvió con creces el apoyo brindado, ganó muchas carreras y entregó “en bandeja de plata” decenas y decenas de caballo a los jinetes de las cuadras en que trabajaba para que salieran victoriosos.

Y tubo los h… que parecen faltar a nuestros jinetes para buscar nuevos horizontes donde en base a esfuerzos, trabajo, sacrificio pudiera abrirse campo para lograr mejores días para el y los suyos.

Arregló papeles, lió  maletas y marchó al gran país del norte con una sola gran recomendación, trabajo, trabajo y más trabajo.

Y las cosas se fueron dando, con el aditivo de una virtud que no muchos profesionales del turf tienen la PROLIJIDAD, tan mencionada por Pablo Falero en sus entrevistas cuando le preguntan por el “secreto de su éxito en la profesión”.

Trabajar a diario, sin mirar el reloj buscando desesperadamente la hora de la salida y nada de farras que van mirando el físico y dilapidando el dinero ganado con tanto esfuerzo en una actividad donde el riesgo  es el compañero permanente del profesional de la fusta.

Fueron años, muchos años, de intenso trabajo y del buen vivir esto es el buen sentido de la palabra, nada de “dolce vita” con la familia, con su querida esposa y compañera, guía en los continuos viajes alrededor del mundo disfrutando el día a día  que el Señor les regala como fruto al esfuerzo, como premio al trabajo, como retribución a una vida digna y ejemplar para sus pares y para todos nosotros.

La mejor prueba de la buena imagen que dejó en nuestra hípica Wacho es el cariñoso recibimiento de los mayores de nuestro turf en ocasión de sus últimas visitas al MSD, Santiago Salem, Tony Samán, Efrén Vélez, Antonio Aguirre Medina y Fernando Fiore entre otros, lo saludaron con el afecto que merece un hombre de bien que dejó en nosotros un gratísimo recuerdo.

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