Opinión

Un libro, un lenguaje

Jorge Alania Vera

Jorge.alania@gmail.com

Desde Lima, Perú para LA NACIÓN de Guayaquil, Ecuador

 

 

 

 

El Principito no es solo un libro; es un ángel caído que sin embargo se sobrepone a las inclemencias del tiempo y de la muerte. Habla un lenguaje extraño que aprendió en remota edad y que cifra mucho más en gestos que en palabras con las que nombra todo. Su fuerza es su fragilidad y no se amilana ante el inagotable torrente del tedio y la tristeza.

Está aquí para celebrar el día pero también la noche. Un paraíso que está muy lejos lo conoce y lo recuerda vestido de luces y guirnaldas en el dorado atardecer, antes del exilio. Es un cisne que vuela y un ruiseñor que canta. Es la serpiente que no puede ser otra cosa que serpiente. Príncipe de las sombras y de las luces del mediodía que tendrá fin. Emisario del sueño que se compartió una vez en la ubicua fuente y que ahora se puebla de silencios y terrores abiertos como la fruta que languidece pisoteada en el borde del río.

Cantor de inabarcables llanuras y de montes altísimos. Corifeo de nadie pero también de todos embarcado en la ruina. Piel de potro, corazón de nutria, manos del alado caballo que se perdió en el cielo y que de pronto cae. Príncipe del nublado (que Baudelaire diría) iluminando las noches del desierto no sólo con su luz sino con sus discretas palabras.

Se ha propuesto evangelizar a los peregrinos del desierto y aunque apenas encuentra alguno de cuando en cuando, predica su verdad con indeclinable orgullo. Es tierno con todos pero si tuviera que escoger entre los caídos del cielo y de la tierra, se iría con estos últimos hasta el fin de los siglos.

Su apariencia es sencilla pero quién sabe que complejidades revelará algún día. Dibuja con la mente y piensa con el corazón; cosas que se aprenden al encontrar la inocencia. Su patria es la infancia pero por alguna secreta razón nunca ha

querido regresar a ella. Mansa, dichosamente, acepta su destino de paria, perdido en la inmensidad del Sahara y hallado en el niño que existe aún en cada uno de nosotros.