Un encuentro casual con el maestro Oswaldo Guayasamín
Eduardo Bossano
elnegrobossano@yahoo.com
Tengo guardado en el Baúl de Los Recuerdos un genial encuentro con el maestro Oswaldo Guayasamín y me ha parecido agradable comentarles a mi manera esa reunión, que la guardo con celo en el Baúl de Los Recuerdos.
Era un domingo cualquiera semana de aquel año y Augusto Alvarado García siendo gerente del noticiero de Ecuavisa había pactado una entrevista con el gran Maestro. Me colé, no podía permitir que se me pasara la oportunidad de conocer a una de los personajes que más he admirado por su arte…
Llegamos temprano a la cita, el maestro no podía esperar, lo encontramos en una reunión con un grupo de amigos departiendo en su comedor….una mesa de madera que albergaba a 18 personas, resguardada con un par de figuras precolombinas de tamaño natural, la sencillez del ambiente permitía un relajamiento frente a la personalidad este menudo personaje.
De un momento a otro apareció Guayasamín con su peculiar manera de caminar, saludó a Alvarado, a Félix Narváez y me tocó presentarme, ya que nadie le dijo quién era yo, en ese entonces director de la Segunda de Meridiano en Quito y que me había permitido pedirle a mi amigo me traiga a la entrevista, luego de aquello se volvió a retirar y nosotros seguimos esperando sin apuro, iba a ser una tarde para tenerla bajo llave, en el Baúl de los Recuerdos. Habría pasado unos 30 minutos cuando regresó el artista poniéndose a las órdenes de quienes iban a dirigir la entrevista.
Se inició el recorrido por su casa, lo primero que nos mostró fue su colección de relojes y libros del tiempo de la colonia, continuamos a su habitación y pidió que se apaguen las cámaras, alrededor de las paredes colgaban muy sobriamente las pinturas eróticas del maestro, autorretratos demostrando la fuerza de este gran pintor universal del siglo 20.
Más de una docena de estos cuadros eran su tesoro, entre papeles como si estuvieran descuidados, dos figuras del niño Jesús de una belleza indescriptible, se notaba que el trabajo era de los grandes maestros de la escuela quiteña, dijo haberlos comprado recién ¿a quién? Nadie le preguntó. Nos dirigimos hacia el cuarto de baño, donde había una gran hidromasaje con vista a un jardín privado y me llamó la atención el closet que daba la vuelta a las tres paredes de la habitación, el maestro lo abrió y aparecieron camisas de seda, ternos de diseñador, zapatos italianos de delicadísimos cueros, todo un ropero de oligarca pelucón de las más fina estirpe y fue cuando no me pude aguantar las ganas de preguntarle porque se auto titulaba de izquierda, si lo que se estaba viendo era lo contrario, al camarógrafo casi se le cae la cámara, Alvarado se puso rojo y Narváez se quedó entumecido con la pregunta. SE VOLTEÓ GUAYASAMÍN Y ME PREGUNTÓ… ¿CÓMO ES QUE TE LLAMAS? Y le respondí soy Eduardo Bossano y me dicen El Negro, frente a la respuesta esbozó una sonrisa, se volteó sin contestarme y continuó mostrando las maravillas de su privado entorno, donde había un cuadro de una mujer desnuda, era una dama bronceada rubia con azules ojos, nadie pregunto quién era.
En una deferencia, me llevó a conocer lo que hoy en día es la Capilla del Hombre, se iniciaban los trabajos, la ilusión de completar el proyecto lo hacía lucir al maestro como un niño, mientras me comentaba en un aparte, el porqué de su proyecto hoy convertido en realidad.
Mientras las cámaras hacían un recorrido por la mansión del maestro, me complací charlando con este menudo personaje de piel cobriza y de profunda y duras facciones, dignas de su raza indígena.
Fueron 30 minutos en los que me sentí realizado, estaba conversando con el maestro Oswaldo Guayasamín, era una charla con alguien que no conocía, pero que me hizo sentir que mi presencia fue bien recibida.
Luego nos llevó a conocer su cava de vinos, cosechas exclusivas marcaba la excelencia y la exclusividad de nuestro anfitrión, nos dio una explicación sobre sus licores de añejas vivencias.
Más relajado y compartiendo la tarde nos invitó a una sesión de pintura en su estudio y es cuando quedó impregnada en mi retina una experiencia maravillosa, la que se las transmitiré, con el propósito de que tengan, quienes no lo conocieron, una imagen de este artista que supo llevar por lo más alto, el nombre de este País Ecuador, por hoy que tengan buen día.
El baúl de los recuerdos by Eduardo Bossano
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