Traición a la patria…
Dr. Jorge Norero González/Guayaquil
Luego del sabotaje que miembros activos de la Fuerza Aérea, le causaron al radar instalado en el cerro de Montecristi en Manabí, sin que hasta la actualidad y ya mismo se cumplen dos años de aquel aciago día, en que destruyeron ese artefacto vital para el control del espacio aéreo y lucha contra el narcotráfico, sin que los responsables hayan sido sancionados con las máximas penas, y de haber propuesto las obligadas reformas al Código Integral penal, declarando como «traición a la patria», todo acto que conduzca a favorecer, apoyar, suministrar, participar, con cualquier medio, participación, colaboración, que facilite el tráfico y estructuras de los narcotraficantes o del crimen organizado, por parte de miembros de la Fuerza Pública, esto es elementos de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas, recibiendo como sanción una pena privativa de libertad de 50 años de cárcel, perdida de grados, antigüedad, cesantía, pensión jubilar, que podrían haber recibido por los años de servicio, además no recibirán ni serán sujetos de ninguna de las rebajas que por buena conducta produzcan la reducción de la pena en actores cómplices y encubridores de este tipo de delitos, que pertenezcan en calidad de servidores de la Fuerza Pública, personal militar o policial, así como los empleados civiles de ambas instituciones.
Estas son parte de las sugerencias que hace rato los Ministros de Defensa y los Comandantes de Fuerzas y el Jefe del Comando Conjunto, debieron plantear y exigir se reforme, para evitar la contaminación y que los narcoterroristas se infiltren en las nobles instituciones, que deberían ser blindadas en todo sentido de las garras de la corrupción, la ineficiencia y su debilitamiento por parte de todos estos criminales y enemigos, y por la falta de visión e intuición de sus propias autoridades….
Que, hasta la fecha, no sean degradados y dados de baja como la basura y escoria de todos esos elementos vinculados al crimen y al narcoterrorismo, es en mi concepto por parte de sus autoridades, un acto de cobardía, deslealtad y hasta de deshonra para con sus instituciones, que lastiman su honor e historia de gloria y patriotismo.
¿Cómo pueden permitir que compartan día a día, con miembros que se sacrifican, ofrendan hasta sus vidas por combatir a los criminales, con los que se convierten en los enemigos de sus propios compañeros y de la sociedad, por la ambición y corrupción de sus principios, valores, juramentos, y de hacerse ricos de la noche a la mañana?
Hoy en que estamos en una guerra, las principales operaciones y la gran estrategia, es cohesionar y depurar las Fuerzas del orden, de todas las ratas que contaminan y desprestigian a sus instituciones, ejercer y maximizar sus CONTROLES, exigir resultados de conformidad con los grados, de todos aquellos que ejercen actividades relacionadas a la SEGURIDAD NACIONAL, tanto en la seguridad interna como la defensa externa.
Los discursos políticos relacionados a lambonear al poder político, son desde mi punto de vista, la más indigna y vergonzosa actuación de gente sin honor, dignidad y respeto a sus propios subordinados.
La lealtad de los ministros es inherente desde el primer momento que aceptan las funciones, encomendadas por parte del presidente de la República, máxima autoridad tanto de las Fuerzas Armadas cómo de la Policía Nacional, y del Estado-Nación.
La IDONEIDAD y el cumplimiento de sus tareas, competencias y funciones, es el reconocimiento y la mejor prueba de lealtad para con la Patria y sus instituciones, de parte de cualquier funcionario público.
De nada sirve un lambón, si es mediocre, INCOMPETENTE e ineficiente. La patria demanda en las actuales circunstancias, ciudadanos de honor, llenos de coraje, valentía, patriotismo, decididos a jugarse el todo por el todo, soldados convencidos de que sólo venciéndote vencerás.
El venciéndote resulta en la actualidad, derrotar en primer lugar a los enemigos internos: la vagancia, vanidad, soberbia, prepotencia, mediocridad, cobardía, el miedo, para luego demostrar que el uniforme y las armas que se entregan, son para aniquilar todo tipo de enemigos y amenazas, en contra de la Nación, de sus habitantes, territorio, e instituciones.
Quien no espera vencer, está vencido
Semper Fi.