Tim Kaine, el vice de Hillary que fue misionero en Honduras y habla español
En 2008 Hillary Clinton perdió la contienda interna demócrata para la presidencia y Tim Kaine perdió la posibilidad de acompañar a Barack Obama en la fórmula, cuando llegó a la lista final y el elegido resultó Joseph Biden.
EE.UU. Nada que informar —dijo Kain en Boston el viernes por la tarde haciéndose el desentendido, horas antes de que la ex secretaria de Estado confirmase por Twitter que sería su compañero de fórmula para competir por la presiencia en noviembre.
Desde el día anterior había comentado que estaba feliz de que el juego de la espera estuviera a punto de terminar: ya había pasado por eso.
Dado que Kaine apoyó a Obama desde el comienzo en 2008, y a Clinton desde el comienzo en 2016, para algunos la decisión de la ex secretaria de Estado es el tramo final de la continuidad, el cierre del círculo Obama-Clinton. El ex presidente Bill Clinton también favorecía al ex gobernador de Virginia.
Su origen trabajador, su formación jesuita que lo hizo sensible a la justicia social, su práctica legal contra la discriminación en el acceso a la vivienda y su gesto de dar el primer discurso en español en el Senado en 2013 se destacan entre sus credenciales
Algunas pistas se habían percibido cuando, sin que otro sacara el tema, en rueda de prensa el secretario de prensa de la Casa Blanca mencionó a Kaine como una buena elección para Clinton desde el punto de vista de Obama. «El senador Kaine fue titular de la Convención Nacional Demócrata durante el primer año del mandato de Obama, y es alguien a quien el presidente respeta profundamente».
Hacia fuera, para complacer a los públicos que atraían el ex contendiente de Clinton, Bernie Sanders, y los nombres que se arriesgaron para acompañarla en la fórmula —la senadora progresista Elizabeth Warren; los latinos Julián Castro, secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano, y Thomas E. Perez, el secretario Trabajo; el senador afroamericano Cory Booker—, Kaine tiene credenciales que exhibir.
Su origen trabajador (él mismo fue soldador en la pequeña empresa familiar), su formación jesuita que lo hizo sensible a la justicia social, su práctica legal contra la discriminación en el acceso a la vivienda y su gesto de dar el primer discurso en español en el Senado en 2013 —cuando se debatía una reforma a la ley migratoria, que no prosperó— se destacan entre ellas.
Las críticas a Clinton por su elección se basan en un único factor: la apuesta segura. En lugar de sumar algo extraordinario —como el color de una minoría— a lo extraordinario de su candidatura —si gana sería la primera mujer presidente de los Estados Unidos—, prefirió un hombre con experiencia ejecutiva (fue alcalde y gobernador) y legislativa, que puede ser de interés para los indecisos aunque no complazca a los simpatizantes de Sanders porque apoya los tratados de libre comercio o la flexibilidad de las regulaciones bancarias. Pero a Clinton no le preocupa tanto el ala más liberal de los demócratas como el grueso de los votantes —de un partido, de otro y de ninguno— que buscan seriedad en la fórmula.
Como gobernador y senador, Kaine se ha mostrado pragmático. Su enfoque de asuntos de importancia le ha ganado el respeto de sus pares republicanos. Y es, desde luego, un demócrata fuerte en su perfil bajo: no cualquiera llega a la cúpula del partido. Y para hacerlo nunca necesitó realizar una proclama polémica.
Sus asesores dedicaron meses a evaluar cuál podría ser el nombre que levantara la oferta demócrata en la carrera contra Trump —cuyos obstáculos son casi impredecibles— y se inclinaron por alguien tan previsible que hasta el senador John McCain le dio la palabra a Kaine en un encuentro del comité de Fuerzas Armadas con la broma:
Una de las cosas más llamativas de esa previsibilidad que encarna Kaine es que Clinton renunció a una campaña electrizante, como sería el terreno que le propone el candidato republicano Donald Trump, para preferir una elección responsable, pensada para el largo plazo de la gestión de gobierno.
Kaine no sólo se lleva bien con ella: a diferencia de Trump y su elegido —el gobernador de Indiana, Mike Pence, quien aporta a la propuesta republicana el apoyo de los conservadores que no quieren al millonario—, la candidata a presidente y el candidato a vice demócratas están de acuerdo en la mayoría de los temas, con matices de diferencia en comercio exterior, desde que Clinton retiró su apoyo a la Alianza Transpacífica (TPP), y en la situación en Siria, que Kaine encuentra ilegal: quiere que el Congreso autorice en específico el ataque al Estado Islámico, no que extienda el permiso para combatir a al-Qaeda.
Esta semana, mientras crecían y se apagaban los rumores, a Clinton le recordaron que Kaine se había definido a sí mismo de una manera desafortunada:
Para entretenerse probablemente le alcance Trump; en la carrera por la presidencia de los Estados Unidos le importa más otro dato de Kaine: «Él nunca ha perdido una elección». E hizo su carrera completa en Virginia: uno de los estados claves en las elecciones, pues se puede inclinar por el rojo o por el azul.
Se presume que Kaine puede ayudar a que Clinton tenga mejor llegada a los votantes hispanos, no sólo por su dominio del español —que obtuvo durante una misión religiosa que realizó en Honduras, mientras era un estudiante de Derecho en la Universidad de Harvard— sino también por su fe católica, ya que los latinos representan el 34% de los católicos del país, y se inclinan por Clinton en un 77%, contra un 16% que apoya a Trump.
Kaine, además, es una figura más amable para los varones blancos, que prefieren a Trump en un 53% y a Clinton en un 39%: es un hombre nacido en el Mid West, en Minnesota, con valores de trabajo y de familia tradicionales.
Para entretenerse probablemente le alcance Trump; en la carrera por la presidencia de los Estados Unidos a Hillary le importa más otro dato de Kaine: ‘Él nunca ha perdido una elección’
Y en el campo de la acción política, siempre ha sido un negociador calmo, que prefiere obtener resultados positivos aunque nadie se entere de que se debió a su intervención. Eso lo ha mantenido alejado de los escándalos, aunque los republicanos lo acusan de haber recibido más de 120.000 dólares en regalos mientras era vicegobernador y gobernador, algunos de compañías que hacían negocios con el estado de Virginia.
Timothy Michael Kaine, nacido el 26 de febrero de 1958, se crió en Overland Park, un suburbio de Kansas City, y pasó de ser alumno pupilo en una escuela jesuita para varones a trabajar y estudiar —al comienzo, con la intención de ser periodista— en la Universidad de Missouri. Terminó su grado en Economía en tres años y pasó a estudiar Derecho en Harvard, donde conoció a Anne Holton, su futura esposa y la hija de un ex gobernador republicano de Virginia, Linwood Holton. (INFOBAE)