Opinión

Tiempos de muerte

Señala Cervantes en El Quijote -1604- que el tiempo de lo mío y lo tuyo define y determina la historia de los siglos que corren. Es el proceso de posesión establecido desde el momento en el que hay quien decide aumentar lo suyo a partir de lo que tiene el otro, aplicando la fuerza-violencia. Esto conforma una parte que adquiere progresivamente el sentir y hacer de superioridad entre poseedores y desposeídos.

Y esto se extiende a lo social para fijar las diferencias correspondientes. Por una parte, los señores propietarios, productores y multiplicadores de sus bienes materiales, y por la otra, los desheredados. Se impone así una maquinaria de violencia que corresponde a un primario Estado que le otorga a sus dueños todos los derechos. Desde entonces, la muerte está sobre la vida.

Esto se advierte en lo que se conoce como antigüedad clásica, donde los Estados-Nación imponen su poder a partir de la acción violenta. El principio de todo es la maquinaria de sometimiento dispuesta para llevar a la muerte la más mínima señal de resistencia que la misma crea. Así se levantan los imperios y su correspondiente búsqueda de hegemonía.

Este proceso conduce a la creación del magno imperio romano esclavista cuya “decadencia o desintegración” produce otros poderes que se incorporan a la lucha por nuevas fuerzas que conducen al modo de producción feudal que desemboca en la producción-hegemonía del capital.

Y hoy sobrevivimos la misma lucha milenaria por la supremacía del poder. Por el control del mundo a partir del tomar o invadir sin importar destrucción y muertos.

La vida de los otros y los males que los afectan no es preocupación de los imperios. Y con la aplicación de altísima tecnología, se siembra hasta pandemias como arma de destrucción del otro. ¿Cómo defender entonces cualquiera de estos violentos y asesinos imperios?

Y un ex país como el nuestro, cuenta ahora con una revolución que desde sus inicios proclama: “¡No estamos solos!”. Y las ‘oposiciones oficiales’ dicen y repican: “¡Solos no podemos!”. Se reconoce y solicita la ayuda e intervención de los imperios correspondientes para mantenerse o tomar el poder, aun a sabiendas de que se invoca la misma violencia y carga de muerte y destrucción.

Sancho, ¿cómo negar entonces que la historia de nuestra humanidad sin humanidad está plenamente regida por las maquinarias imparables de la muerte?