Opinión

Temporada de… circo

Martín Úraga Icaza/Guayaquil

 

Empezó la nueva temporada, casi renovada, uno que otro nuevo número, pero lo mismo de lo mismo.

Fueron seis meses de total ausencia, tiempo durante el cual nadie los extrañó, sólo ellos mismos, hubo algunos cesados que estaban locos por volver…y cobrar, al final, los desmemoriados los volvieron a elegir, aún no aprenden, se dejan entusiasmar por los ilusionistas, los cuenteros, aquí vale aclarar, que el de los cuentos y componendas es él de siempre, y él de los chistes los payasos.

Así que volvemos a lo mismo de lo mismo, este es un circo que no ha cambiado y peor tratar de mejorar…la vida de los mandantes, sus prioridades son otras, la principal es dar atención a su líder, en su desenfrenada obsesión de que lo absuelvan de todos sus pecados, y para conseguir dicho objetivo, eliminarán cualquier obstáculo que exista o se presente, ¿así se trate de…la fiscal general de la nación?

Volverán con su mediocre trabajo de enjuiciar políticamente al presidente saliente, lástima que no estará Mireya como líder y portavoz, pero, a falta de pan buenas son las roscas, de seguro Pamela o Viviana continuarán con tan loable tarea, así que sólo resta esperar, viejos y nuevos juicios.

En ese punto es cuando miras al cielo y exclamas «Señor, sálvanos», de tanto odio y maldad. ¿Nos lo merecemos? ¡SÍ!, así que no hay como quejarse.

Por lo tanto, no esperemos mucho de este… circo, sus funciones serán en horarios diversos, a veces por la mañana, a veces por la tarde, quizás de noche, claro, dependiendo la importancia del cliente, perdón, del tema.

Así que estamos ante dos fenómenos, dispuestos y preparados para hacer el mayor de los daños al país, el Niño y el… circo, esperemos que no duren el tiempo que se presume durarán, y que el daño, su impacto sea lo menos doloroso posible a la población.

De lo poco que vi, algunos miembros del circo cambiaron sus trajes, se pensarían que ahora son…académicos, pero no es así, bien dice el dicho, «mono que se viste de seda, mono queda».

Parafraseando a J. Benavente, «Los pueblos débiles, sin voluntad y sin memoria, son los que se complacen en ser mal representados»