Opinión

Sínodo de la Sinodalidad

María Verónica Vernaza G./Guayaquil

 

Roma estará engalanada con la visita de los obispos e invitados especiales de todo el mundo con motivo del llamado Sínodo de la Sinodalidad, o formalmente la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, cuyo título es: “Por una iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, que tendrá lugar del 4 al 29 de octubre.

El camino sinodal ha tenido algunas fases previas. La primera fase inició por el mes de octubre del 2021 donde se convocó a los fieles de las parroquias y de distintos movimientos eclesiásticos a responder en comunidad a una serie de cuestionamientos pastorales. Luego vino una etapa en donde los obispos en las distintas conferencias episcopales analizaron los documentos entregados por sus feligreses, escribiendo ellos mismos un documento que fue propuesto de forma continental. Ahora, por último, se desarrollará la etapa universal luego de un largo proceso de escucha al pueblo de Dios.

El 20 de junio se presentó en el Vaticano el documento Instrumentum Laboris que como su nombre en latín indica, será el instrumento de trabajo para el discernimiento de los participantes. Consta de algo más de 50 páginas con un texto y quince fichas de trabajo, que recorren la experiencia de estos dos años del camino sinodal, teniendo como temas prioritarios la comunión, la misión y la participación. Según el escrito las reflexiones serían: “comunión: ¿Cómo podemos ser más plenamente signo e instrumento de la unión con Dios y de la unidad del género humano?; misión: ¿Cómo podemos compartir dones y tareas al servicio del evangelio?; participación: ¿Qué procesos, estructuras e instituciones son necesarios en una iglesia sinodal misionera?”.

Un sínodo es una asamblea de obispos de la Iglesia Católica convocada por el papa para discutir y tomar decisiones sobre temas importantes que conciernen a la Iglesia universal. El sínodo de obispos está directamente sujeto al Papa, quien es su presidente, y eso hay que resaltarlo con marcador amarillo fosforescente y ponerlo en mayúsculas y en negritas. Es decir, cualquier conclusión a la que se llegue en el sínodo la última palabra siempre la tendrá el papa. Y lo recalco porque sobre este sínodo se ha hablado mucho (y mal), y justamente lo que el papa Francisco desea es que se converse de ciertos temas que resultan problemáticos dentro de la Iglesia Católica, sin necesidad de que efectivamente esos fantasmas se hagan presente.

Para este sínodo, en representación del Ecuador están convocados monseñor Luis Gerardo Cabrera, OFM, Arzobispo de Guayaquil, y monseñor David Israel de la Torre, SSCC, obispo auxiliar de Quito. Recordemos que monseñor Luis Gerardo también es presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana y uno de los 9 presidentes del sínodo de los obispos elegido por el papa Francisco.

Recemos en comunión con toda la Iglesia Universal para que el Espíritu Santo se derrame en cada reunión y nuestra Iglesia Católica emerja más fortalecida y consolidada en su empeño diario de atraer más almas a la verdad de Cristo Resucitado.