Tecnociencia

¿Se acabó el reinado del corpiño con aro?

Muchas eligen la comodidad, otras las texturas que se ven lindas; En el medio, caen los mitos sin sostén científico

Hace no muchos años las marcas de corpiños estaban embarcadas en algo parecido a la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Cada temporada aparecían nuevos modelos con ingenierías cada vez más complicadas: bolsitas de silicona que se guardaban en una especie de bolsillos del lado de adentro de la prenda, complejos sistemas de paneles y costuras que prometían aumentar hasta tres talles y verdaderas almohadas que, a pesar del juramento de las vendedoras, siempre terminaban notándose a través de las remeras (algunas eran más honestas y por lo menos decían «se usa así»). Sin embargo, todo indica que el reinado del aro ha llegado a su fin: el año pasado hasta Victoria’s Secret, conocida históricamente por sus push-up arquitectónicos, tuvo que lanzar una línea de bralettes (tops sin aro ni relleno) para ponerse a tono con el mercado. ¿Queman corpiños las millennials como las feministas de los 60? No tanto, pero algo de eso hay.

Aunque nadie vaya a salvar al mundo cambiando el modelo de su ropa interior, en las razones que aducen las chicas que abandonaron el aro se escucha un tono en común: las mujeres ya no están tan dispuestas a andar incómodas en pos de un supuesto imperativo estético. «Yo cada tanto uso alguno con aro porque los tengo, pero cada vez menos. Me hace doler bastante (puede ser porque tengo tendencia a los fibroadenomas). Mientras no se marque el pezón no me importa la forma», dice Débora, de 26 años, física. Cecilia, periodista de 36, también privilegia el confort: «desde que nació mi hija hace cuatro años me pasé al triángulo sin aro ni nada y es un placer», dice. «Creo que se ve mejor con aro pero el triángulo es muy natural. Tengo poco así que no me quedan colgando».

Para algunas, incluso, el look natural no es solo cómodo y tolerable sino directamente más atractivo: «El aro no me molesta para nada. Lo que me molesta sobremanera es la taza con relleno: ¡déjennos ser talle cero! Hay marcas donde es muy difícil conseguir corpiños sin relleno», se queja Justina, investigadora y docente de 35. María, maestra de 28, hace el mismo reclamo desde el otro extremo del espectro: «eventualmente uso corpiño con aro, muy eventualmente…después todos de algodón y/o lycra. ¿Por qué? Es más cómodo y al tener casi 100 cuando uso el de aro me quedan de repisa, no me gusta estéticamente ni me resulta cómodo; menos si estoy por menstruar». Agustina, abogada de 27, siente que los corpiños con aro no van con el estilo que hoy le gusta usar: «ya casi no los uso, salvo con determinada ropa. No solo son incómodos, sino que la mayoría de la ropa que uso es ‘lánguida’ y el aro hace que se vea algo tosco y antinatural».

Si algún fabricante de ropa interior está leyendo, sin embargo, puede quedarse tranquilo: los corpiños no parecen estar desapareciendo sino más bien mutando: a medida que se vuelven menos aparatosos más chicas se animan a mostrarlos a través de una remera translúcida, desabrochando un botón de más en una camisa de seda o, incluso, a usarlos como tops a la manera de Kendall Jenner o Bella Hadid. Las marcas lo saben: «En estos últimos años la consumidora está más exigente y busca prendas que modelen su busto respetando las formas naturales y en esa búsqueda un segmento importante busca otro tipo de artículos», dicen desde Triumph. «Hoy las mujeres buscan tanto colores convencionales como colores más jugados; las combinaciones de texturas y diseños en algunos de nuestros artículos pueden lucirse perfectamente. En Triumph notamos que las consumidoras en su búsqueda priorizan el sentirse cómodas y si bien la intención no es que los breteles queden expuestos, si así ocurriese, tener el talle correcto donde los breteles no estén ni muy estirados ni muy ajustados hace que la prenda quede bien al mostrarse», explican, y aclaran también que la tendencia no es exclusiva de las consumidoras más jóvenes. Triumph es una de las pocas marcas en el país que ofrece la posibilidad de elegir un talle de taza y uno de espalda distintos, un detalle muy ponderado por aquellas para quienes la comodidad es prioritaria. Su especialidad son los corpiños sin aros pero suficientemente fuertes como para que las que tienen más busto también puedan contar con otras opciones.

Una pieza que suma

El renacimiento del corpiño como prenda exterior alimentó el surgimiento de muchas marcas más chicas que, lejos de los básicos, se enfocan en la creación de modelos originales con identidades bien definidas. En esa categoría cae, por ejemplo, la marca Vírgenes de Buenos Aires, cuyas prendas son muy reconocibles por la conjunción de inspiración retro y cortes actuales. Gaby Millone, su diseñadora, reconoce la tendencia, pero dice que no es todo hippismo y naturaleza lo que la produjo: «hoy se dan una combinación de circunstancias y motivaciones: por un lado hay una tendencia en la moda más relajada, las prendas ya no son tan ceñidas, y el cuerpo se muestra con más naturalidad, pero también ha aumentado el porcentaje de mujeres con cirugías mamarias, y en muchos casos los médicos aconsejan no usar aros», dice Millone. «La tendencia de la lencería actual, y especialmente la que a nosotros nos gusta diseñar, es que sea una prenda que dé ganas de ser exhibida, sin sentirse burda, ni provocativa. Es por eso que cada vez los sostenes y los tops se parecen más entre sí», explica, y aclara que el cambio no deja afuera necesariamente a chicas de ninguna edad y tamaño. ¿Su consejo? «Las que tenemos mayor volumen, al momento de elegir, debemos estar atentas los siguientes detalles: una base del corpiño firme, si es posible con cintura mejor; que la copa tenga volumen para contener, (esto generalmente se logra con recortes o pinzamientos a la hora de los cortes), y que los laterales no sean tan cavados, en lo posible que contengan ballenas blandas».

Mitos que no se sostienen

Pero, ¿y la salud? ¿y la gravedad? El mito que es que el corpiño, y cuanto más armado mejor, es obligatorio si se queremos evitar que los años de vivir en el planeta Tierra se noten en la parte de adelante. Sorprendentemente, no hay mucha evidencia en favor de la idea de que el uso o no del corpiño tenga efectos de largo plazo. En 2013, un estudio de la Universidad de Besançon en Francia en el que participaron 320 voluntarias de 18 a 35 años confirmó, de acuerdo con datos preliminares, que cuando las mujeres jóvenes dejan de usar corpiño no hay deterioro en la orientación de sus pechos (y en algunos casos, incluso, puede haber mejorías). Un estudio previo de la Universidad de Portsmouth en Inglaterra había revelado que muchas mujeres le hacían más mal que bien a su busto utilizando corpiños, fundamental porque usaban talles incorrectos. La única excepción a esta regla parecen ser los corpiños deportivos, cuya utilización durante actividades de impacto sí tiene consecuencias en la orientación de los pechos en el largo plazo (además de que muchas mujeres reportan dolor cuando no utilizan el corpiño correcto para cada actividad).

En cuanto a la salud, parece ser que la decisión es de cada una: «No es necesario usar corpiño siempre. El corpiño es aconsejable como un elemento para la comodidad de las mujeres o por una cuestión estética de gusto personal, no por la salud de la mama», explica la Dra. Beatriz Arrighi, ginecóloga especialista en patología mamaria, y aclara que «no son mejores los armados ni los otros; los corpiños con aros pueden provocar molestia o irritación en la parte inferior de la mama, por eso es importante que sean de buena calidad y que no compriman la mama y no la lastimen». Su única recomendación es, en el caso de usar alguno, elegir corpiños de telas que no irriten la piel de las mamas y que se adapten a la actividad a realizar, por ejemplo, cuando se trata de corpiños deportivos.

Quedamos así entonces: la decisión es personal, si el aro no te gusta tiralo por la ventana (si el corpiño no te gusta, también), y si te vas a gastar un dineral en uno, al menos ahora lo podés lucir a la luz del día sin tener que hacer que parezca un accidente.

La Nación Argentina