Como un rey desterrado, Correa se va de Ecuador en guerra con su sucesor
El ex presidente se radicó en Europa tras varias semanas de críticas a Lenin Moreno, que fue su delfín en las elecciones
QUITO. «Que no me digan que las claudicaciones son cambio de estilo», se quejó con amargura el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa al despedirse de sus seguidores en el aeropuerto de Quito, haciendo referencia a sus diferencias con el gobierno de Lenin Moreno , que pertenece a su propio partido y asumió hace apenas un mes y medio.
Cumpliendo una de sus promesas de campaña, Correa llegó ayer a Bélgica, de donde es oriunda su esposa, para radicarse en Europa y que «los ecuatorianos descansen de mí y yo un poco del país».
Pero desde que asumió el nuevo gobierno el 24 de mayo pasado, Correa no sólo perdió el control de mando de la llamada «revolución ciudadana», sino que Moreno nunca se comportó como «gobierno títere», como se había especulado antes de la asunción.
A todo esto, Correa no se quedó callado. Desde su columna-bastión en el diario El Telégrafo y también a través de sus cuentas en las redes sociales, respondió a cada medida «disidente» de la nueva administración.
Cuando Moreno formó una comisión para investigar la corrupción que trabajará con la ayuda de la ONU, el ex jefe de Estado habló de una «claudicación» en la soberanía.
Posteriormente, Moreno ordenó a todo el gabinete que agende reuniones periódicas con los medios de prensa, una decisión que Correa calificó de «gravísimo error», y un «sometimiento a los poderes fácticos de la mala prensa».
En otros de sus desaires, Moreno ordenó dar marcha atrás con una decisión del anterior gobierno y entregar a los grupos indígenas una disputada sede de la capital ecuatoriana, una medida definida como «desleal y mediocre» por Correa.
«Hay que decirlo claramente, Moreno nunca fue el candidato preferido de Correa. Sólo aceptó que encabezara la fórmula porque medía mucho mejor en las encuestas que su vicepresidente Jorge Glas, que finalmente fue el candidato a vice», explicó a LA NACION el analista ecuatoriano Simón Pachano, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
Para Pachano, «lo que más separa a Moreno de Correa, de cara al público, es su acercamiento a la prensa y los grupos indigenistas. Pero en el ámbito interno, es más fuerte la tensión por sus intentos de profundizar en las investigaciones sobre los hechos de corrupción del gobierno anterior».
Además, varios legisladores de la oposición ya anunciaron que convocarán al vicepresidente Glas para que dé explicaciones al Congreso sobre su vinculación con el caso Odebrecht, uno de los temas más conflictivos en los que está involucrada el gobierno de Correa. (LA NACIÓN DE ARGENTINA/LA NACIÓN)