Recuerdo
María Elena Gómez de Reshuan/Guayaquil
Un interesante artículo, que, con sutileza, nos va introduciendo en un mundo que no sabemos si llegaremos a ver y que me volvió así de repente a los 7 años, donde recuerdo con una gran sonrisa, la sorpresa que recibí, al llegar el primer TV. en blanco y negro a mi casa.
Ya en mi época de trabajo, con sutileza nos presentaron las primeras computadoras y nos explicaron que su funcionamiento era fácil y que sólo deberíamos manejar el teclado, igual que la máquina de escribir y nos adaptamos con facilidad, nos facilitaba la información.
Recuerdo que, en mi casa, siempre estuvo presente el gran reloj que hacía cu, cu, cu, cu y nos alertaba y levantaba en las mañanas y en casa de la Abu, el que tenía el golpe, todos funcionaban con precisión suiza. También había un teléfono, que tenía un cable con un accesorio tipo embudo, que nos poníamos al oído y hablábamos acercándonos al aparato.
Cómo no recordar a mi madre, cuando decía, arréglese rápido, que nos vamos a ponerle un telegrama a la Abu, que está en Cuenca.
Cómo no recordar a mi madre, poniéndole candado al teléfono y a mis primas y a mí, pensando cómo hacer para comunicarnos con las amigas, donde nos volvimos expertas telegrafistas, marcando los números con golpecitos, siempre el nueve, fue el más difícil, pero lo lográbamos.
Y de repente, nosotros que imitamos poner candado al teléfono (clave actual) nos vimos con un teléfono en mano, que, al inicio este, era inmenso, previo a él, no puedo dejar de recordar el “metro” que se volvió una herramienta indispensable de mensajitos oportunos y de trabajo.
Cómo no recordar el inmenso aparato, que contenía el tocadiscos y los grandes discos de carbón y de Vinil, que adorábamos oír.
Hoy la música, la tenemos en el teléfono.
Cómo no recordar los álbumes de fotos, que yo todavía conservo. Hoy las fotos las mostramos con gran alegría y rapidez al decir, estos son mis nietos.
Mi madre les decía a sus amigas, •cuando llegue a casa, recuérdame de enseñarte las fotos*
En fin, cómo bien lo dice el mensaje que comparto, somos una generación, los que estamos viviendo en esta maravillosa etapa de los 60, 70, 80, 90 y ahora mismo, la madre de una querida amiga disfruta de sus 102 años, feliz, lúcida, alegre y se mantiene motivada y exige que se la lleve a los centros comerciales, donde disfruta de cada momento que comparte con sus hijas y nietos.
Cómo decía, somos una generación, que hemos disfrutado de cambios importantes a través de haber vivido en dos siglos diferentes, pero bendecidos y amparados por la mano de Dios.
Esperamos y aspiramos, alcanzar a ver algunos cambios más, que se anuncian y que todos sean para beneficio de la humanidad y de la ciencia y no de exterminio y encierro. Dios y la Mather nos amparen.
Por lo pronto, ya estoy mirando la venta de carros eléctricos.
Mi hermana Chio, me decía el otro día, voy a comprarme un carro eléctrico y saltaron algunas dudas, de las cuales, todavía no tengo respuesta.
¿Y cómo se carga …?
¿Y si estoy en la carretera y se queda sin electricidad…?
¿Con la lluvia, no se circuita…?
En fin, son ideas rápidas, de cómo pensamos las mujeres, de seguro los hombres, tendrán preguntas más complicadas y técnicas, donde no intervengo, porque el tema máquinas y motores no es mi fuerte .
Nos han ido transformando la vida, con sutileza. Tan sutil, que mi teléfono me reclamo el otro día, porque he bajado el tiempo en pantalla.
Me reía y me decía, cómo le explico a este aparatito, que la pandemia ya se terminó, gracias a Dios y que tenemos que trabajar.
Así mismo, me mando a caminar, cosa que me alegro, porque eso me hizo recordar que me había olvidado de hacer ejercicios.
En fin, el progreso es bueno, en tanto y cuánto, no afecte al humano, pero si el objetivo es:
Dejarlo sin trabajo
Encerrarlo en sus casas
Limitar y fiscalizar adónde va.
Controlar sus compras (en Suiza lo hacen hace mucho tiempo ya), etc.
Entonces seguiremos expresando, que nuestros tiempos fueron mejores, gracias a Dios🙏
MEG.