Príncipes, cantantes y actrices unen su voz a la lucha contra el sida
Príncipes y princesas, expresidentes, actrices y cantantes se han apuntado a la 22ª Conferencia Internacional del Sida, celebrada durante esta semana en Ámsterdam. Enrique de Inglaterra es el príncipe. La holandesa Mabel de Orange, la princesa. Bill Clinton, presidente de Estados Unidos entre 1993 y 2001, el político profesional transformado en filántropo. El británico Elton John y la austriaca Conchita Wurst, ganadora de Eurovisión en 2014, son los cantantes. La sudafricana Charlize Theron, la actriz. Todos ellos han participaron este lunes y martes en la Conferencia y han aprovechado el tirón de su fama para apoyar la lucha contra el VIH, una causa que dado su carácter transnacional y humanitario permite, sin incompatibilidades, la presencia de miembros de la realeza. Todos ellos han creado fundaciones que trabajan con niños y jóvenes afectados y recaudan fondos para mantenerlas abiertas.
Con la opinión de los expertos advirtiendo de la importancia de las campañas de prevención como telón de fondo, Elton John y el príncipe Enrique compartieron escenario este martes para lanzar MenStar Coalition, un grupo internacional de lucha contra el sida que cuenta con un presupuesto de mil millones de dólares (855 millones de euros). Su primer proyecto es «una campaña que ofrecerá a los varones de Kenia la posibilidad de hacerse pruebas de forma autónoma para saber si portan el VIH», afirmó Elton John. La Fundación para el Sida de Elton John, el Programa de Urgencia del Gobierno de Estados Unidos sobre el Sida (PEPFAR, en sus siglas en inglés) y la Fundación de Bill & Melinda Gates colaboran en el proyecto. «Si queremos ganar esta pelea de una vez, hay que involucrar a los varones», dijo el cantante.
Enrique de Inglaterra solo invitó a su boda a otro miembro de una casa real extrajera. Era el príncipe Seeiso de Lesoto, el reino africano enclavado en Sudáfrica. Lesoto tiene una de las mayores tasas de VIH del mundo, y en 2006 ambos fundaron Sentebale (que significa «no me olvides» en lengua sesotho) para apoyar a las comunidades locales que trabajan con niños y jóvenes, en especial huérfanos. Enrique continúa así el legado humanitario de su madre, Diana de Gales, que en 1987 hizo algo tan normal hoy como extraordinario entonces: estrechar la mano de un enfermo de sida en público. «El VIH es un virus con el que se puede vivir. Hay que normalizarlo e involucrar a los jóvenes en la lucha contra el mismo», ha dicho ahora su hijo.
La princesa Mabel de Orange también participó en la mesa redonda protagonizada por Enrique y colgó luego una fotografía de ambos (ella de espaldas) en su cuenta de Twitter. «Ha sido una charla fantástica para asegurarnos de que los trabajos y proyectos en torno al VIH lleguen a los jóvenes», escribió. Mabel es la viuda del príncipe Friso, hermano del rey Guillermo de Holanda, pero su labor humanitaria es anterior a su matrimonio. Entre otras, es la presidenta del Girls not Brides (Niñas, no novias), una fundación contraria al matrimonio de adolescentes, y durante la conferencia se ha manifestado en las calles de Ámsterdam, pancarta en mano, «para borrar el estigma y derribar el tabú que complica tanto la lucha contra el VIH».
La actriz sudafricana Charlize Theron fundó en 2007 un proyecto para evitar los contagios entre jóvenes africanos. Se llama Africa Outreach Proyect, y apoya a las comunidades locales. «No es extraño que estemos aquí hoy, luchando por esta causa, dados los valores de aceptación y libertad de expresión de los holandeses, en un mundo cada vez más cerrado por culpa de los prejuicios«, afirmó en el foro este martes. Conchita Wurst, que intervino en la inauguración de la reunión, desveló el pasado abril que es portadora del VIH, y ha denunciado en Holanda el difícil acceso a las terapias de los afectados. «¿Por qué puedo tenerlas yo, y no todo el mundo?», expresó en voz alta. También se espera la presencia del expresidente Clinton, ya que dedica desde 2005 una sección de su Fundación William J. Clinton a la ayuda a estos enfermos en países en desarrollo.
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