Opinión

Postergar elecciones: propuesta dictatorial

 

Autor:  Luìs Garcia Mirò – Perù

 

 

Las apariciones diarias de un Vizcarra en campaña -saboreando el caramelito chino de la pandemia Covid-19- tienen dos razones de ser elementales: la postergación de las elecciones 2021 y la prolongación ad infinitum de esta presidencia postiza. El diario oficial La República lo adelantó ayer en portada: “Epidemia hará postergar elecciones de 2021”.

 

Estamos, amable lector, ante una utilización perversa -por parte del régimen Vizcarra- de esta estremecedora situación de vulnerabilidad a la que ha conducido al país con su temerario comportamiento. Las improvisaciones de este gobernante están convirtiendo al Perú en una de las naciones con mayor proporción de contagios versus su población –y probablemente incluso de número de muertes vis a vis habitantes- con las gravísimas consecuencias que esto acarrea. Día a día contemplamos absortos las estadísticas internacionales, comprobando que el Perú aparece cada vez en un lugar más destacado entre las naciones con mayor porcentaje de contagios y fallecimientos.

 

No obstante, un impertérrito Vizcarra nos engaña cada 24 horas llenándose la boca de cifras estrafalarias dirigidas a desinformar a la ciudadanía, haciéndole creer que sus medidas están salvando a todos los peruanos como no sucede en algún otro país. La letanía diaria consiste en transmitir una mentira tras otra, para ocultar la situación de crisis sanitaria a la que nos ha traído Vizcarra, agravada por la paralización económica y la amenaza de quiebra empresarial que esfumará toda capacidad de empleo, con la consecuente desocupación, hambre y desesperación que aquello acarrea.

 

Pero claro, la miseria es el caldo que retroalimenta a la izquierda. Amamanta a la mafia comunista que se ha encaramado en el poder, alentada primero por el irresponsable Kuczynski y luego consolidada por un inútil –por decir lo menos- Martín Vizcarra. No perdamos de vista, además, que el miedo es un factor psicosocial de manipulación de masas que tiene un clarísimo efecto: el síndrome de Estocolmo, donde la víctima queda prisionera de su victimario a quien se somete y a la vez lo admira y respeta inconscientemente. La figura actual -donde la gente sale a las calles desesperada porque vive en espacios insufribles, y porque necesita conseguir dinero para comprar la comida del día (seres desempleados, sin ingreso, despedidos por empresas ya quebradas)- es criticada por Vizcarra, infundiéndoles temor a aquellos peruanos al enrostrarles el mote de bárbaros y culpándoles del contagio al prójimo.

 

Hecho que lo aplaude la prensa canalla vendida  a palacio de la mano de unos operadores intrigantes contratados por el régimen. A ello juega Vizcarra con su uso bastardo del pánico popular frente al contagio mortal. Busca que el pueblo se arrodille ante “el salvador”. ¡Que no es otro que él! Al extremo que si en alguna de sus peroratas anunciase la postergación de las elecciones 2021 -por tanto su estancia como presidente de la República por plazo indefinido- este pueblo aterrado, aunque paralelamente esperanzado por este mesías apellidado Vizcarra que promete librarlo de la peste negra, aplaudirá la iniciativa antidemocrática y autocrática. ¿Qué harían entonces los eternos “demócratas” acostumbrados a manipular la cúpula del poder?