Por la preservación de las futuras generaciones.
Tony Cedeño/ Portoviejo
Escritor / Poeta/ Motivador
Frente al narcisismo, frente a lo degradante y frente a la corrupción existe una fuerza capaz de doblegar todo maltrato y todo infortunio.
Como dejo escrito “Alejandro Dumas”.
Todo cabe en lo breve. Pequeño es el niño y encierra al hombre; estrecho es el cerebro y cobija el pensamiento; no es el ojo más que un punto y abarca leguas”.
Grande es la esperanza y en ella flamea un velero llamado «amor, vastedad y luz», y en esa luz inconmensurable habita el niño que un día será hombre.
Aquí entrego para ellos estás palabras con este sencillo homenaje.
Poema
Título: Los Niños
¿Habéis visto a los niños
dibujar sobre un papel
o pintar el corazón
de los caminos
donde pululan los ángeles?
¿Sabéis adivinar sus sueños
con la claridad con que
sus ojos nos dominan?
¿Habrá alguien terrenal más
límpido y sonoro?
¿Quién podrá en este planeta
ser más sabio y más leal?
¿Dónde habita el ámbar
de la pura sonrisa,
el paisaje alumbrado
por la más hermosa
primavera,
los pliegues de la
más dulce geometría,
la suma de todas
las edades,
la totalidad
de toda la belleza,
el azul de todas
las fronteras?
Sabe Dios que su obra
es creada en semejanza
a ellos.
Por ellos y de ellos es el futuro y hay que preservarlo para las futuras generaciones.
No se puede negar la belleza por más inoperantes que sean las decisiones que nos oprimen. No se puede negar el sol de cada día por más grande que sea en la ambición humana el deseo de poder y absolutismo.
Queda claro que ante los elementos naturales poco somos porque sus fuerzas nos pueden desaparecer con un ápice de su fulgurante fuego, ¿entonces por qué la violencia sigue ganando terreno, por qué el ser humano vaga y vaga por esa pertinaz penumbra del deseo y la pasión?
Cierto es que la máquina opera sobre las órdenes que recibe, pero quien dirige estos menesteres no será en el mañana más que ellas y penosamente será dominado por un juego macabro entre el robot y la codicia.
Ojalá mañana no sea tarde para recapacitar y armonizar como seres de luz porque, así como marcha el mundo no nos llegue el pesado momento en que las piedras no se podrán comer.