¿Para los pobres y los estúpidos?
Jorge A. Gallardo Moscoso/ Guayaquil
Así, con título parecido y sin interrogantes, el periódico estadounidense The New York Times, publicó un extenso artículo, afirmando que para “esa gente” está dirigida la educación digital.
El rotativo afirma que mientras intelectuales “pagados por compañías tecnológicas dicen que vivir en un mundo virtual es progresivo, distinguido y necesario, la mayor parte de las élites lo rechaza. Quieren que sus hijos jueguen como ellos con otros niños y las escuelas de primer nivel sin ningún tipo de tecnología están floreciendo por todo el país. La interacción humana real, la vida sin teléfonos durante el día se ha convertido en un símbolo de estatus social diferencial en Estados Unidos. Cuantos más monitores aparecen en la vida de los pobres, más desaparecen en la vida de los más privilegiados”.
Los asertos del artículo han merecido las opiniones más diversas, desde los que los aceptan como verdaderos y que por tales deben merecer atención gubernamental, pasando por aquellos que procuran ser neutrales y que sin dejar de aceptar los peligros que implica la esclavitud de lo digital son partidarios de equilibrar su utilización con lo convencional, hasta llegar a los que rechazan categóricamente cualquier posibilidad de retomar el pasado, porque lo único que sirve ahora “es ser cada vez más digitales”.
“Cuanto más ricos son, más gastan para desaparecer del mundo digital”, dice Milton Pedraza, especialista en la materia. Anota que “las personas verdaderamente importantes no tienen la necesidad de estar conectadas todo el tiempo” y que lo que valoran las elites “es el trato humano de calidad en un consultorio, hospital, escuela o en cualquier otro sitio”. El artículo, además, asegura que la clase alta rechaza los servicios de la economía digital, los teléfonos inteligentes, las compras en línea, las redes sociales y evitan escuelas que utilizan dispositivos electrónicos, porque así “es la única manera de formar herederos inteligentes y capaces de enfrentar el futuro”.
Me ubico con quienes piensan que debe impedirse el sometimiento digital. Debe combinarse con lo bueno de la educación de antaño y evitarse peligrosas adicciones.