Óvulos en el congelador para ser madre a los 40
La vitrificación de ovocitos se consolida como la alternativa para las mujeres que retrasan su maternidad.
ESPAÑA. Ser madre antes de los 30 se ha convertido en algo más que una excepción en un país en el que la edad media para fecundar por primera vez se sitúa en los 31,6 años. En poco más de dos décadas, esta cifra ha aumentado en más de tres años y se espera que siga esta evolución, unos datos que plantean un serio problema: la genética no avanza al mismo ritmo que la integración de la mujer al trabajo y el resto de cambios sociales que causan el retraso de la maternidad. Afortunadamente para las mujeres, la ciencia sí y esto permite que muchas congelen sus óvulos para poder usarlos más tarde gracias a una nueva técnica: la vitrificación de ovocitos.
En los últimos años, la sociedad ha contemplado impasible grandes avances en el campo de la fecundidad como la congelación de espermatozoides y de embriones y la fecundación in vitro, pero nada hasta la llegada de la vitrificación de ovocitos, hace algo más de seis años, garantizaba con tanta eficacia (90 por ciento) la conservación en buen estado de los óvulos. El ginecólogo y presidente de honor de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, José Manuel Bajo Arenas, que esta técnica soluciona los problemas que tenía la congelación hasta el momento: “El óvulo es la célula más grande del organismo. Es un citoplasma lleno de agua que al congelarlo se llena de cristales que dañan el interior”.
El presidente de la Sociedad Española de Fertilidad, Agustín Ballesteros, asegura que la congelación ultrarrápida permite que la célula se mantenga intacta hasta su utilización y desaparezca el problema de la formación de cristales. En sus inicios, la investigación tenía como principal objetivo conservar los ovocitos de las mujeres en edad fértil a las que se les diagnosticaba un cáncer y debían recibir quimioterapia: “Estos tratamientos afectan a la función ovárica y esto impedía a muchas pacientes ser madres tras su curación”.
Anabel García (la afectada ha preferido preservar su intimidad con un nombre ficticio) fue diagnosticada con un cáncer de mama a los 34 años. Todavía no había tenido hijos y el ginecólogo le habló de esta técnica: “Me dijeron que el tratamiento podía afectar a mi fertilidad y que así podría conservar mis óvulos y tener más opciones de ser madre tras mi curación”.
García tiene que esperar todavía un tiempo, los médicos recomiendan dejar pasar cinco años después de la quimioterapia, pero tiene claro que solo recurrirá a sus óvulos si el embarazo no pone en peligro su salud: “Lo primero es recuperarme del todo, pero agradezco tener esta oportunidad”.