El mundo de Nils y el arte de emprender
Conoce la historia de “El mundo de Nils”, el emprendimiento de un joven pintor que inició su propia empresa plasmando fragmentos de su vida en una línea de accesorios.
Nils Mejía tiene 25 años y ama pintar, no puede imaginar su vida sin el arte. Esto, sumado a una urgente necesidad por emprender le permitió plasmar lo que sería su obra maestra: el mundo de Nils.
La historia de El mundo de Nils nace hace tres años. A este entusiasta pintor no le iba muy bien con la venta de sus cuadros, y en vista de ello creó productos con réplicas de sus obras. Así, no solo dio inicio a un gran emprendimiento, sino que poco a poco su obra fue haciéndose más conocida.
“Hubo un tiempo en que tenía muchas obras y nada de plata. Estuve a punto de dejar mi carrera como pintor a tiempo completo”, revela Nils.
Una tarde decidió firmar todas sus pinturas, colocó sus cuadros pequeños a lo largo de una mesa y cuando terminó de firmar el último, ante sus ojos se extendía un espectáculo de color. Bastó solo ese momento para que su vida cambiara por completo.
“Pensé que tal vez la gente no pagaría por las obras sino por mirar, así que con los únicos 10 soles que tenía en mi bolsillo compre una plancha de cartón prensado y salí a la calle a pedir colaboración”, recuerda este emprendedor.
“Cuando hablaba con las personas les contaba la historia detrás de la pintura, a veces la gente se conectaba y dejaba dinero. En un mes conseguí lo suficiente para volver a empezar”.
“También tomé fotografías de mis pinturas, las imprimí en papel couché y empecé a venderlas como postales. Las personas se iban muy contentas con ellas”, explica el pintor. “Ahora en mis exposiciones regalo lo mismo, pero como volantes. La gente se queda con mis folletos porque son bonitos y detrás de cada folleto vendo un espacio publicitario”.
El mundo de Nils se establece formalmente a inicios del 2016, cuando adquirió maquinaria para comercializar sus productos. Este emprendimiento se ha diversificado y ha sacado una línea de llaveros, pines, stickers, bitácoras, block de notas, cajitas coleccionables, entre otros objetos con lindos diseños artísticos.
El mundo de Nils es 50% corazón y 50% negocio.
Cada uno de estos productos tiene su sello personal, pues son réplicas de sus pinturas y los vende en dos centros comerciales (Plaza de La Luna y Open plaza). Estos stands siempre van acompañados de una exhibición.
“¿Qué hubiese pasado si ese día me hubiese rendido?”, se pregunta Nils Mejía. Él atina en responder: “solo estás derrotado cuando te sientes derrotado”.
Nils considera que ha desarrollado muy bien su lado como pintor y al mismo tiempo, su espíritu emprendedor. “La necesidad de poder rentabilizar mi arte me impulsó a seguir trabajando, porque los ingresos los podía generar de cualquier otra forma, pero yo quería que mi arte sea conocido. Busqué las oportunidades para hacer crecer mi idea de negocio”.
Con cada uno de sus productos, la gente adquiere pedazos de él mismo. “Se llevan a mi mamá en una bitácora, a mi hijo en un llavero, incluso a mi perro, ellos se llevan mi mundo. Transmito mis experiencias personales en un lenguaje propio, me inspira comunicar mis emociones a través de mis pinturas”, reflexiona el joven pintor.
La actual meta del emprendedor es lanzar una agenda y trabajar en nuevos productos para hacer arte como: sketch books, colores, cuadernos; gracias a su trabajo en las redes sociales y sus stands en dos centros comerciales ha fortalecido la comercialización de la marca y se ha hecho más conocido.
Para Nils, ser emprendedor es un estilo de vida, ya que conlleva a tener muchas habilidades para desarrollar tu idea.
“El emprendedor empieza con pocos recursos o con nada y a base de su esfuerzo hace crecer su idea. El Mundo de Nils empezó con 10 soles, pero hoy conectamos con el público e inspiramos a la gente. Mi trabajo me hace sentir satisfecho”, finaliza el pintor emprendedor.
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