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Migrantes venezolanos «le apuestan todo” a Ecuador para continuar sus vidas profesionales

Andes entrevistó a cuatro profesionales venezolanas que, como parte de la oleada migratoria de su país, se integraron a Ecuador de forma social y laboral, aportando de forma invaluable con su productividad y conocimiento.

Quito. El flujo continuo de migrantes venezolanos persiste desde la frontera norte de Ecuador y las entradas oficiales a través de puertos y aeropuertos, donde cientos llegan al país andino con maletas llenas de sueños que aún esperan cumplir: ayudar a sus familias que quedaron en su tierra natal y huir de la compleja situación económica venezolana.

Según cifras del Ministerio del Interior de Ecuador, unos 227. 810 venezolanos entraron a través del puente internacional Rumichaca sólo en el año 2017, de ellos, unos 156.622 salieron por la frontera sur ecuatoriana para seguir su camino a Perú y otros destinos latinoamericanos, con lo que 71.188 se quedaron en Ecuador. Aunque se desconoce una cifra exacta de esta oleada migratoria.

Una característica primordial de este grupo en movilidad es su preparación académica y profesional, rasgos fundamentales para el desarrollo productivo, transferencia de conocimiento y talento humano a largo plazo en las naciones donde reciben acogida.

Es el caso de María Torres, una venezolana especialista en medicina interna radicada en la provincia de Santa Elena desde enero de 2016, quien ejerce su profesión actualmente en el Centro de Especialidades La Libertad, perteneciente al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), en donde atiende entre 25 y 30 pacientes diarios, dependiendo del flujo y eventualidades que se pudiesen suscitar.

Torres, oriunda de Maracaibo (noroeste de Venezuela),  analizó y planificó adecuadamente su migración a la costa ecuatoriana y ahora, dice, estar satisfecha con la decisión tomada.

“Este país, gracias a Dios, nos ha abierto todas sus puertas, me ha tratado como si fuera mi segundo hogar (…) Ecuador es uno de los países que nos permite a nosotros como extranjeros poder realizar nuestra labor después de haber estudiado tanto”, dijo Torres en entrevista con Andes.

María, de 40 años de edad, vino con sus pequeños hijos de cuatro y 12 años, quienes se insertaron sin inconvenientes al sistema educativo ecuatoriano. Esta doctora indicó que tiene un ritmo de trabajo igual al de sus colegas ecuatorianos y siente un trato igualitario en el ámbito laboral.

“Le aposté todo a Ecuador. Realmente no vi a Ecuador como un país trampolín o de tránsito para irme a otro sitio, le aposté a Ecuador”, enfatizó.

En Ecuador, rige desde febrero de 2017, la Ley Orgánica de Movilidad Humana (LOMH) considerada como el primer cuerpo orgánico que en el mundo establece normas favorables tanto de los ecuatorianos en el exterior como de los extranjeros en territorio ecuatoriano.

Esta ley, en su primer artículo del primer capítulo, establece regular el ejercicio de derechos, obligaciones, institucionalidad y mecanismos vinculados a las personas en movilidad humana, que comprende a emigrantes, inmigrantes, personas en tránsito, personas ecuatorianas retornadas, quienes requieran de protección internacional, víctimas de los delitos de trata de personas y de tráfico ilícito de migrantes y sus familiares.

Pero, ¿Cuál es la causa de esta oleada migratoria? El politólogo venezolano, Jhonny Castro, explicó que esta gran movilidad humana es “multicausal” y que se dio de forma paulatina y en diferentes fases. Indicó que, desde hace unos años, hubo ciudadanos que optaron por conocer Ecuador, a través del uso de su cupo de divisas en dólares.

Luego, la cooperación gubernamental entre Ecuador y Venezuela en el área petrolera, energética y minera generó el asentamiento de muchos profesionales en el país.

La tercera arista corresponde a la migración más reciente y tiene que ver con la búsqueda de otros destinos frente a la difícil situación que afronta el país caribeño; entonces,  Ecuador ha sido atractivo porque utiliza el dólar como moneda oficial, lo cual permite tener mayores ingresos comparado con los que se perciben en Venezuela.

Según Castro, otro factor es el aprovechamiento de las conexiones familiares que dejó la ola migratoria de ecuatorianos hacia suelo venezolano en las décadas de los 70 y 90.  “Ecuador nunca ha sido un país receptor (de migrantes) en su historia republicana, sino más bien que ha expulsado a personas por distintas causas políticas, socioeconómicas. De ser un país emisor a ser un país receptor es un fenómeno completamente nuevo para su sociedad y cultura», puntualizó.

Aunque a muchos la suerte les ha sonreído casi inmediatamente, otros inmigrantes han debido atravesar difíciles momentos. Esta Agencia de noticias conoció el caso de Helen Sifontes, una contadora caraqueña de 33 años de edad que llegó a Manta en 2015 junto a sus dos hijas de 18 y 10 años y su esposo, ingeniero aeronáutico de profesión.

Llegó al país con un capital financiero considerable para subsistir pero con el pasar de los meses su situación se iba complicando ante la falta de un trabajo estable.  “Yo soy contadora, pensamos que iba a ser un poco más fácil, pero no fue así, aunque yo soy repostera también, estuve haciendo postres y con eso fue que nos estuvimos ayudando al principio”, contó.

Sin embargo, estos padres de familia profesionales perseveraron en su decisión de quedarse en Ecuador. Helen actualmente se encuentra en período de prueba en una fábrica de harina de pescado en el área administrativa y su esposo aprendió recientemente el oficio de electricista.

“Yo siempre pensé en quedarme, siempre le aposté a Ecuador, sin embargo; ya han pasado casi tres años y aún seguimos aquí confiando en que algún momento nos va a llegar el momento”, enfatizó.

Como un rol social, esta joven venezolana también organiza a los grupos de «paisanos» radicados en Manta en eventos sociales, fiestas de navidad y censos.

La lucha de una periodista para salvar a su hijo

Desde el año 2014, la capital ecuatoriana fue testigo de la llegada intermitente de venezolanos pertenecientes a todos los estratos sociales. Entre ellos, Erika Petit, quien junto a su esposo llegó a Quito para continuar el tratamiento de una bacteria estomacal de su hijo de siete años.

Con más de 18 años de graduada como periodista, a Petit le fue imposible conseguir trabajo alguno en su campo profesional. Ante esto, decidió iniciar un emprendimiento en agosto de 2015 llamado ‘Picaditas Venezolanas’, con el objetivo de dar a conocer la gastronomía de la tierra natal del Libertador Simón Bolívar.

“Me ha ido bien, estamos estables, contamos con más de nueve mil seguidores en redes sociales y nuestra sazón a gustado tanto a ecuatorianos, venezolanos, cubanos, colombianos y nos siguen desde varias partes”.

Oriunda de Maracaibo, Erika coincidió con su paisana Helen de Manta en las dificultades que presentaron junto con sus familias para iniciar sus vidas en el país de los ‘cuatro mundos’.

“Llegó un momento en que sí nos fue duro aquí (…), teníamos que ser fuertes por nuestro hijo, y más que todo por su condición especial”, dijo.

La vuelta al mundo desde la India al Ecuador

La historia de Uma Dagnino es peculiar. Esta docente de Filosofía Oriental y autoconocimiento ejerció su profesión en la Universidad de Los Andes de su país. Posteriormente, tuvo la oportunidad de pasar muchos años en India y Marruecos, donde estudió los conceptos fundamentales del hinduismo y ligarlos a su experiencia en artes escénicas.

Desde el otro lado del mundo, escuchó sobre ofertas laborales en la Universidad San Francisco de Quito, donde enseña su rama profesional a cientos de estudiantes.

“Los venezolanos traen mucho conocimiento, siento que hay mucha gente profesional que está migrando y que tiene mucho que aportar a este país y que es hermoso lo que está sucediendo, a pesar de que es muy trágico a la vez”, apuntó Dagnino, nacida en la ciudad de Mérida.

“Todo principio no es fácil, cualquier adaptación es complicada al principio”, dijo la académica de 42 años de edad, quien llegó a Quito en agosto de 2016.

Actualmente, existen diversas organizaciones civiles lideradas por migrantes venezolanos profesionales, que buscaron la necesidad de juntarse a través de redes sociales y encuentros sociales, con el objetivo de ayudarse mutuamente.

Egleth Noda es una de ellas. Esta doctora y cirujana señaló que tras un suceso desafortunado con sus papeles personales, decidió quedarse en Ecuador. Con el pasar de los meses, vio la necesidad de organizarse con personas con sus mismas necesidades que buscaban radicarse en el país de forma estable.

Noda es ahora la lideresa y fundadora de la organización denominada ‘Chamos venezolanos en Ecuador’, que funciona como un colectivo, que nació hace dos años como una simple iniciativa social a través de Facebook y que ya posee un organigrama que integra a un Vicepresidente y Secretaría.

La próxima meta de esta traumatóloga venezolana consiste en registrar su agrupación como una Organización No gubernamental (ONG) para otorgarle una personalidad jurídica y “ser tomados en serio” por las autoridades ecuatorianas.

El éxodo venezolano: un fenómeno multifactorial

La embajadora de Venezuela en Ecuador, Carol Delgado, en entrevista a Andesofreció su perspectiva sobre la actual masiva migración venezolana, a la que catalogó  como una consecuencia de “una guerra imperial contra Venezuela” proveniente del Gobierno estadounidense, que con sanciones y un decreto llamando al país suramericano como “amenaza inusual y extraordinaria” ha originado la asfixia económica de los estratos sociales del pueblo venezolano.

“Se ha querido crear dimensiones de falsa conciencia respecto a por qué ocurre la migración, porque hay la idea de querer llamar crisis humanitaria a lo que ocurre en Venezuela. En Venezuela no hay una crisis humanitaria, en Venezuela lo que hay es una guerra imperial; lo que pedimos es que cesen las sanciones y que cesen las medidas que instiguen la violencia en el seno de la sociedad venezolana”, explicó Delgado.

Históricamente, el Gobierno estadounidense siempre ha implementado la guerra como un mecanismo directo de ataque contra países que promuevan un modelo alternativo de sociedad y que, en el caso específico venezolano, se mantiene su enorme interés sobre sus cuantiosas reservas petrolíferas, afirmó la jefa de la diplomacia venezolana en Ecuador.

La ONU: dos opiniones divididas

El director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de Naciones Unidas (ONU), David Beasley, subrayó el pasado 7 de marzo que la situación en Venezuela es «catastrófica».

«Estamos haciendo todo lo que podemos en una situación delicada», dijo Beasley.

Precisó que el PMA no puede actuar en ningún país si su Gobierno no lo autoriza y anunció que viajará a Colombia próximamente para hablar con sus dirigentes sobre los «refugiados» venezolanos que cruzan la frontera entre ambas naciones.

De su lado, el experto independiente de la ONU sobre la Promoción de Un Orden Internacional Democrático y Equitativo, Alfred de Zayas, dijo en el pasado mes de febrero que Venezuela no sufre una crisis humanitaria, a diferencia de países de África o Asia donde hay conflictos bélicos y hambruna.

«He comparado las estadísticas de Venezuela con la de otros países y no hay crisis humanitaria, desde luego hay escasez, zozobra y desabastecimiento pero quien haya trabajado por décadas para Naciones Unidas y conoce la situación de países de Asia, de África y algunos de América, sabe que la situación de Venezuela no es una crisis humanitaria», sostuvo Zayas.

El experto independiente llegó a Venezuela el pasado 27 de noviembre y sostuvo reuniones con funcionarios gubernamentales, víctimas de violaciones de derechos humanos y de la violencia de las llamadas guarimbas (protestas violentas de la oposición) con el fin de conocer la situación política, económica y social del país.

Explicó que, aunque muchos piensan que el país está al borde del desastre, como lo hacen ver medios de comunicación en el exterior, «Venezuela sufre una guerra económica, un bloqueo financiero, sufre un alto nivel de contrabando y desde luego necesita la solidaridad internacional para resolver estos problemas», concluyó.  (ANDES/LA NACIÓN)