Economía

Los kilómetros cuentan y suman a la hora de calcular pago por un ‘delivery’

A la casa de Wilson Rodríguez llegaron tres pedidos el jueves de la semana pasada, los tres con distintos proveedores y diferentes recargos por el viaje hasta Mapasingue este, donde reside. Por la entrega a domicilio de la pizza pagó $2,50, por las medicinas fueron $3,50 y por una cámara web, $5.

“Tengo a mi mamá que es de la tercera edad, tiene 75 años, y debo cuidarla que no se contagie del COVID-19, por eso pido mis compras a domicilio, pero siempre me cobran diferentes valores dependiendo de qué y a dónde pida”, sostuvo Rodríguez, quien desconoce cómo se calculan estos costos adicionales que le cobran los deliveries, sumado a que ha tenido muchas dificultades para que estos servicios lleguen a su sector por el tema de cobertura.

Es que servicios a domicilio hay muchos, formales como las aplicaciones que se pueden bajar en celulares: Glovo, Uber Eats, Rappi, entre otros; y también los informales, dueños de negocios que se han visto obligados a improvisarlos.

Es el caso de Marlon Vera, quien se dedica a la venta de tecnología por páginas de Facebook e Instagram y que desde junio pasado, tras más de dos meses paralizado, optó por repartir a domicilio para rescatar algo de ventas, para lo que invirtió $300 en una moto usada.

Vera, quien vive en Los Esteros, comenta que el 80 % de quienes lo contactan por las redes sociales piden sus compras a domicilio y que calcula el recargo por distancia recorrida.

Explica que si el pedido es para las ciudadelas del sur, como Guasmos, Florestas, Esteros o hasta el Colegio Guayaquil, el recargo va de $1 a $2. Si la entrega es en el centro hasta las ciudadelas del norte (solo cubre Alborada, Sauces, Samanes y cercanías), el recargo es de $2,50 a $3,50; aunque a veces le ha tocado llegar hasta Orquídeas, Vergeles, Mucho Lote, entonces cobra hasta $5.

Los deliveries formales también hacen sus cálculos y se basan en el mismo principio.

Por ejemplo, Glovo maneja un modelo en el que toma en cuenta la distancia entre el lugar que recibe el pedido y el de entrega, menciona Daniel Arévalo, gerente general de la firma, quien por temas de confidencialidad prefirió no revelar los costos.

Sin embargo, sí detalla el comportamiento mensual de la demanda del servicio en porcentajes versus el mes antes del COVID-19, es decir, febrero: en marzo cayó el 17 %, en abril el descenso fue del 4 %; pero luego hubo un despunte del 50 % de incremento en mayo y del 25 % en junio.

La aplicación Rappi también calcula los costos de envío principalmente dependiendo de la distancia entre el domicilio y la tienda, manifiesta Fernando Jáuregui, co-country manager & head of operations Ecuador de la marca.

Revela que el costo de partida es de $1,70 e incrementan cada 500 metros con un rango de entrega de hasta 5 kilómetros de recorrido.

Asegura que el costo es el mismo para restaurantes, supermercados, ropa y accesorios, licores, farmacia o cualquier otro servicio y que los cobros se utilizan en su totalidad para las ganancias de los repartidores.

“En ocasiones, debido a la alta demanda o el mal clima, los costos se ajustan para incrementar las ganancias de los repartidores independientes, motivando que más repartidores se interesen en conectarse”, agrega el directivo, quien sin embargo señala que las variables son relativamente estables y que en los últimos meses de la pandemia ha habido un crecimiento significativo de alrededor de 150 000 pedidos por mes.

Uber Eats, por su parte, maneja un monto fijo por el costo de envío de $1,70 a $2,70, que también varía de acuerdo con factores como la distancia y los cambios en la demanda.

“El usuario pagará en cada pedido que realice el coste de la comida, el precio de delivery de Uber Eats y los impuestos que correspondan”, expresa la firma.

Para Lady Briones, subgerenta de Marketing y Alianzas Estratégicas de Forthright Trade Solutions, el uso de los deliveries fueron la única solución de las empresas durante la pandemia para generar ingresos; sin embargo, cree que para los emprendedores que no contemplaban ese costo operativo en sus negocios fue complicado por la comisión que deben pagar por el servicio.

“Debería existir más adelante un marco legal entre comercios y apps para que de alguna manera se vea beneficiado también el empresario emprendedor, sobre todo de gastronomía y restaurantes”, sostuvo la experta en servicio al cliente.

En tanto, Stefano Dino-Guida, gerente general de Delivereo, una empresa dedicada a brindar este servicio a negocios que no tienen esta logística, asegura que a diferencia de las aplicaciones que se basan en kilometraje, ellos costean por volumen y en radio de cobertura entre los puntos de distribución y un cálculo integral de lo que debe ganar un motorizado diaria o mensualmente.

Aunque aclara que la tarifa que Delivereo, que tiene seis grandes clientes, cobra a las empresas no necesariamente es la que llega al consumidor final.

“Puede que cobren menos y ellos subsidian, puede que cobre más y ellos llevan un margen también, eso depende mucho de las empresas que atendemos y no de nosotros, la empresa puede transmitir o no ese gasto al cliente final”, expresa el empresario, quien asegura que solo dan logística de última milla, es decir, dentro de la ciudad. (I)

 

 

 

 

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