Los caballos de Troya
Gabriel Silva Luján
Diario El Tiempo de Colombia
Todos conocemos la historia de cómo los griegos usando un caballo de madera repleto de soldados engañaron a los troyanos y se tomaron la ciudad ante la ingenuidad de sus habitantes, quienes celebraban demasiado pronto la victoria. En la guerra, que han desatado los que quieren mantener el país perennemente en estado de conflicto, también se han construido tácticas similares para derrotar la voluntad de paz de los colombianos.
La ultraderecha ha construido tres caballos de Troya conceptuales para penetrar la muralla de las mayorías que quieren darle el sí a los acuerdos que se están ultimando en La Habana. Son tres falacias que de hacer carrera, ante la credibilidad que despierta Uribe en algunos segmentos ciudadanos, podrían dar al traste con el único ejercicio de reconciliación que ha mostrado objetivamente una capacidad real de acabar con la guerra.
El caballo de Troya inicial busca desvirtuar el alcance y el objetivo del plebiscito en el que los colombianos podremos decidir si se acogen los acuerdos de paz. Ante el evidente deseo ampliamente mayoritario que tienen los colombianos de darle su anuencia a la reconciliación, la oposición anda diciendo que este es un plebiscito no para votar a favor o en contra de la paz sino para apoyar o rechazar al presidente Santos y a su gobierno. Llegan hasta el extremo de decir que votar Sí significa darles el respaldo a políticas específicas y que decidirse por el No va a cambiar la política de salud, o va a recuperar lo perdido con Nicaragua en La Haya, o mejorar el sueldo de los maestros o impedir la educación sexual en los colegios.
Es una de las grandes mentiras de la oposición. El plebiscito es exclusivamente, taxativamente y sin ambigüedades, una votación para decidir entre la paz o la continuación de la guerra. No se trata de endosar a Santos. No es un cheque en blanco para que el Gobierno Nacional haga lo que se le dé la gana. No se trata de estar de acuerdo con uno u otro ministro o con una u otra política pública. Aunque hagan lo posible para confundir a los ciudadanos, esta votación es sencilla. Se trata de escoger entre la paz y la guerra.
El siguiente caballo de Troya con el que quieren embaucar a los colombianos es decir que si el No gana el plebiscito podemos estar tranquilos porque nada va a pasar. Falacia. Ya hemos vivido rupturas anteriores de procesos de paz y en todos los casos el terrorismo regresó con una ferocidad inusitada. Ellos se rasgarán las vestiduras tratando de evadir la responsabilidad histórica que les cabría si se da ese retorno a la guerra.
Finalmente, quieren embutirles a los colombianos otro caballo de Troya. Quieren hacernos creer que después de largas y complejas negociaciones –donde cada palabra, cada coma, cada párrafo ha sido minuciosamente analizado y desmenuzado– se puede echar todo por la borda y sentarse de nuevo a negociar sin que pase nada. Eso es imposible. La verdadera aspiración del uribismo es darle una patada a la mesa. La contraparte y, más importante aún, la comunidad internacional no van a aceptar volver a barajar y repartir de nuevo las cartas. Los acuerdos actuales son lo mejor que se puede conseguir para acabar la guerra.
La campaña del No a manos del uribismo está montada sobre conceptos simplistas. Supuestos equivocados, verdades a medias, mentiras y maniobras engañosas. Pero el pueblo colombiano no se va a dejar tramar así de fácil. Van a escoger la paz sobre la guerra.
Dictum. Es refrescante oír una voz sensata dentro de la oposición. Iván Duque sostiene que cualquiera que sea el resultado del plebiscito todos debemos acatarlo.
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