Los alimentos orgánicos se toman el colegio Balandra
En búsqueda de un mejor estilo de vida, muchos guayaquileños se han sumado al consumo de alimentos orgánicos, libres de químicos dañinos para la salud.
GUAYAQUIL. A diferencia de las frutas y verduras que se puede conseguir en los supermercados, la comida orgánica es sembrada, cuidada y cosechada de forma tradicional, es decir, sin aditivos químicos ni pesticidas, previniendo al calentamiento global.
La Unidad Educativa Balandra Cruz del Sur y la fundación In Terris, organizan ferias de productos agroecológicos cada quince días en las instalaciones del colegio, ubicado en Colinas de los Ceibos. Frutas y vegetales propias de las regiones Costa y Sierra son comercializadas en estas exposiciones, cuyo objetivo es la venta justa de sus productos, ya que se realiza de forma directa entre los agricultores y el público, sin intermediarios. Divididos por stand, los campesinos colocan en las mesas los alimentos listos para la comercialización.
En la instalación llamada Soysan, la libra de quinua cuesta $3. Harina de trigo, morocho y machica se venden por el mismo precio y peso, asegura María Anita Auquilia, representante del stand. En la mesa de Xeovanny Tutivén, cuyo stand lleva el mismo nombre, se comercializan 12 pimientos por $1, huevos criollos a $0.30 cada uno, 7 mangos cuestan $2, también se puede llevar la misma fruta de forma picada por $0.50 y un considerable puñado de ciruelas a $1. Tutivén afirma que lo que se termina primero en su stand es el pimiento, mientras que lo primero que se acaba en Soysan es la quinua.
Daniela Aguirre visitó por primera vez la feria el sábado 25 de octubre. Comenta que lo que más le gustó de la exposición es haber encontrado alimentos que no hay en los supermercados. María Dolores Tito también visitó por primera vez la exposición ese día, acompañada de su amiga Jessenya Cardozo, quien es una constante consumidora de los productos de la feria desde hace cuatro meses.
Mientras que Tito explica que como madre busca un estilo de vida saludable para su familia, Cardozo declara que una de las cosas que la mantiene asistiendo a la feria Bonaterra es el sabor de los alimentos que compra ahí. “El otro día probé una papaya que no era orgánica, el sabor a insecticida se sentía con claridad” comenta Jessenya mientras degusta una hamburguesa de quinua y lenteja.
Para comercializar productos en la feria se debe cumplir una serie de requisitos. Primero es necesario presentar un proyecto a los miembros de Bonaterra, quienes con varias visitas a la finca de los productores se aseguran de que los alimentos sean producidos bajo parámetros orgánicos.
El monitoreo no queda solo en la aprobación del proyecto, cada dos meses los miembros de Bonaterra acuden a las fincas para verificar que se sigan cumpliendo las reglas establecidas al principio, y después de las ferias se compara lo que el vendedor lleva a los stands en contraste con lo que le queda en la finca. Ya se ha establecido la fecha para la próxima exposición, que se realizará el próximo 8 de noviembre. (KSC/La Nación)