La responsabilidad es de todos
Por Jorge Cicuttin. – Argentina.
Fueron tres palabras. Apenas tres palabras con las que el presidente Alberto Fernández intentó este sábado a la noche llevar cierta perspectiva de previsibilidad y algo de tranquilidad en medio de la pandemia. “Hay un plan”, dijo Fernández al comienzo de su mensaje. Y así no solo buscó poner un poco de normalidad en medio de la anormalidad en que vivimos, sino responder a las críticas que llegan desde algunos sectores, que acusan al gobierno nacional de andar a tientas frente al coronavirus, sin tener en claro el futuro cercano.
Con la etapa que comienza este lunes, el gobierno apuesta a dos puntos clave para ir saliendo del aislamiento social sin que estallen ni el sistema sanitario ni la economía del país: uno es federalizar las decisiones y el segundo es apelar a la responsabilidad individual. A partir de ahora se abre una etapa en la que cada gobernador provincial, incluso cada intendente comunal, debe asumir la responsabilidad de ir abriendo la cuarentena en la región que administra. Esto aportará un alivio social y económico en zonas donde no hay transmisión local del virus, pero cada gobernante deberá rendir cuentas cada semana. Serán monitoreados por el Ejecutivo nacional.
Con este cronograma el Presidente atiende dos frentes. El principal, aliviar la situación en zonas que pueden ir recuperando su actividad porque tienen o cero o muy pocos casos. Otro frente que va de la mano es el político: desde la oposición no se puede poner toda la carga en el gobierno nacional, los integrantes del Pro y el radicalismo que administran provincias e intendencias son también responsables de las consecuencias que pueden traer la apertura del aislamiento.
Y los argentinos sumamos ahora otra responsabilidad individual. La de cuidarnos respetando las nuevas consignas. Un ejemplo de esto es cómo manejaremos las llamadas “salidas recreativas” para los adultos y los chicos. ¿Mantendremos los cuidados? ¿Respetaremos los límites? Si no lo hacemos, habrá marcha atrás con los permisos. Y no se le podrá echar la culpa a “los políticos”, algo tan común. “Los argentinos y argentinas tenemos que saber que esto va para largo”, le dijo a quien escribe estas líneas el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, en una entrevista realizada para Crónica. Además, desarrolló algo que el Presidente señaló en su último mensaje: el Gobierno tiene un cronograma para salir de la pandemia y ya se está trabajando en las medidas que se tomarán para recuperar al país cuando el coronavirus sea un mal recuerdo.
Pero en el gobierno saben que esto será día a día, semana a semana. Será prueba y error. Se avanzará y se dará marcha atrás. Porque es así en todos los países del mundo, desde los más ricos a los más pobres. Hay dos famosas frases futboleras que marcan el momento. Una la recordó el propio Fernández y la llamó “el teorema de Pipo Gorosito”. El entrenador dijo “si hacés las cosas bien, es muy posible que te vaya bien”. La otra frase la popularizó Reynaldo “Mostaza” Merlo, cuando dirigía a Racing: “Vamos paso a paso”. Y así se está enfrentando esta pandemia.
El gigante sudamericano, Brasil, está en serios problemas. El polémico y controvertido presidente Jair Bolsonaro enfrenta una crisis de gobierno, con salidas de ministros fuertes, con un poder que se debilita cada vez más, con cacerolazos en su contra –que provienen de los sectores que son su base electoral-, pedidos de juicio político al que se suman diputados hasta ayer aliados y el resquebrajamiento del apoyo de la poderosa ala militar del gobierno.
Lo que motorizó y aceleró ese proceso es el comportamiento negacionista de Bolsonaro frente a la pandemia –a la que calificó de “gripecita”-, que ya provocó en Brasil más de 4.000 muertos y unos 60.000 casos confirmados. Su actitud de negarse a la política de aislamiento provocó la salida del prestigioso ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta. Es más, este fin de semana, un grupo de ex ministros de Salud del país denunciaron a Bolsonaro ante las Naciones Unidas por violar los derechos a la salud y a la vida de los brasileños, además de acusarle de un «potencial genocidio» por no seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias y de la Organización Mundial de la Salud.
Analistas financieros de San Pablo señalaron que Bolsonaro llegó al gobierno apuntalado por “dos Torres Gemelas”: los ministros de Justicia, Sergio Moro, y el de Economía, Paulo Guedes. El primero, el “héroe” del Lava Jato que llevó preso a Lula Da Silva, era el seguro de un gobierno transparente. El ultraliberal Guedes, era la otra “torre” que aseguraba privatizaciones, ganancias empresarias y acabar con las mejoras laborales conseguidas durante los gobiernos del PT.
Esta semana renunció en medio de denuncias cruzadas el ex juez Moro, con una imagen positiva más alta que la de Bolsonaro y acusando al Presidente de pretender manejar las investigaciones judiciales, sobre todo las que tienen en la mira a dos de sus hijos. Paulo Guedes no se fue, pero el ala militar del gobierno está apostando –para salir de la crisis desatada por la pandemia-, a un proyecto de recuperación económica que fortalezca al Estado, lo que marca una hoja de ruta que está en las antípodas de la planteada por Guedes. Bolsonaro encara una etapa de aumento de casos de coronavirus con una crisis de gobernabilidad en la que ganan cada vez más fuerza el general Walter Souza Braga Netto, jefe de Gabinete, y el vicepresidente, general Hamilton Mourao. ¿Cuánto tiempo más podrá Bolsonaro mantener su poder?