La muerte de la jirafa del zoológico de Loja es un llamado a gritos por la regulación de zoológicos
Daniel Tristancho/ Guayaquil
Universidad Casa Grande
Imagina llegar al mundo y dar el primer paso en tu hábitat. Vivir en relativa tranquilidad, con los seres que te concibieron y que, tras un año, solo uno, te suban en un vehículo y que te lleven 3800 kilómetros lejos de casa.
Imagina bajar en un lugar que tu piel no soporta porque se supone que no debes vivir ahí. Te sueltan en un área de 10 metros cuadrados con un techo de paja, quitando tu antigua libertad de correr con los de tu especie. Te encierran totalmente solo quitando la oportunidad de amar y convivir con ellos.
Te obligan a vivir ahí, día tras día, en un entorno que ni siquiera comprendes, solamente viendo con el resquicio del ojo a seres humanoides asombrándose y riéndose de tu miseria. Comiendo alimentos que te enferman lentamente porque quienes te mantienen cautivo son tan mediocres que no pueden cumplir bien su tarea de prolongar tu miseria. Aquella miseria que nunca mereciste… a la que nunca estuviste destinado.
Vives de memorias y sueños fugaces. Los años borran de tu mente a quienes te vieron nacer y lo reemplazan con barreras. Das vueltas en tu encierro, por días, meses y años, hasta que tus piernas, débiles por la inactividad extrema, se desploman y nunca vuelven a levantarse.
Esa es la historia de “Chelito”, la “querida” jirafa de Loja que murió hace más de una década. Tras su fallecimiento los habitantes pidieron tener a otra jirafa como Chelito en su lugar. Es así como la jirafa que murió ayer llegó al zoológico municipal de Loja, acompañada de una hembra que aún sigue viva.
El biólogo que revisó su área antes de su muerte por una torsión intestinal destacó que su hábitat estaba mal cuidado, la piel muy deshidratada, la alimentación no era la correcta y el ambiente tropical no era el adecuado. El veterinario del zoológico reconoció después en una rueda de prensa que no contaba con las condiciones para realizar un adecuado manejo veterinario.
¿Por qué la gente no condena la extrema maldad en esto? Obligar a un animal a vivir en la miseria solo porque a los visitantes del zoológico les divierte ver algo “peculiar”. Esto solo refuerza el enunciado de que la raza humana es lo más vil que existe en el mundo, y lo más triste es que no hay ninguna legislación que ampare a la jirafa hembra que sigue ahí, esperando el día de su muerte, que probablemente será pronto debido al egoísmo y crueldad de sus captores, porque eso es lo que son.