Por: Laíz Concepción Romero / www.mujeres.co.cu

Mi abuela siempre decía: “Cuando sonríes expulsas las tristezas del alma, se curan las cicatrices del corazón y las alegrías endulzan la vida”. Recuerdo cuando corría llorando hacia ella porque me daba un golpe, me dolía la cabeza, etc. Ella iba hacia mí, me daba un beso y cariñosamente decía: “Sonríe mi amor”.

En estos días pienso mucho en ella y las carcajadas se apoderan de mí cuando vienen a mi mente sus elocuencias. Ahora comprendo que también sentía miedo, pero en lugar de trasmitirlo, lo escondía detrás de su sonrisa.

Recuerdo la primera vez que se me cayó un diente. Me tomó con sus manos y dijo acariciándome la frente: “Sigue riendo a carcajadas, el diente volverá a crecer y tu felicidad también”. Entonces con un orgullo tremendo abría mi boca con espacios los ausentes. Ella reía como una niña traviesa.

Abuela no está, hace mucho que no está, pero su sonrisa vive en mí. Sonríe cada vez que puedas, y la verdad, siempre puedes. No importa la situación, nada es permanente. Todo pasará.

¿Sabes qué sucederá cuando esto ocurra? La mejor versión de ti y los talentos desempolvados, que te ayudan a hacerle frente a esta situación, van a darte un dulce “susto”. Eso sí, no permitas por ninguna razón que se apague tu hermosa carcajada: “Sonríe mi amor”.