La danzaterapia es un método psicoterapétutico
El movimiento, se dice, es el primer lenguaje del ser humano. Antes de hablar, escribir o interpretar símbolos, el niño se relaciona con el mundo a través de lo que hace su cuerpo.
ARGENTINA. Cerrar los ojos e imaginar cómo un crayón de color dibuja todo tu cuerpo, de los pies a la cabeza, es uno de los ejercicios que se hacen en danzaterapia, un tratamiento que aumenta la percepción del cuerpo, para que la persona logre expresarse de manera auténtica al integrar el inconsciente.
Con ejercicios de respiración, reconocimiento e improvisación, esta terapia trabaja tanto el cuerpo como la mente de la persona, llevándolo por un camino que le permite explorar nuevas posiciones y descubrir estructuras mentales que no había experimentado antes, para aplicarlas en distintos niveles de la vida cotidiana.
Es una terapia alternativa que complementa los acompañamientos psicológicos y psiquiátricos que llevan personas con patologías mentales —como la esquizofrenia, el autismo o la anorexia—, donde el cuerpo les permite expresarse de una forma más fácil.
La danzaterapia aprovecha ese instinto primario que permite conocer qué está pasando a nivel interno de una persona, y lo trabaja para que esta encuentre distintas opciones de resolver problemas.
“Así como lo que está mal con nosotros se somatiza en el cuerpo, lo que experimentamos a través de él nos da distintas posibilidades para reaccionar ante un problema”, afirma Laura Prieto, bailarina profesional, especializada en danzaterapia en la escuela Danza Cuerpo (Argentina), quien lleva cuatro meses radicada en Colombia.
Las sesiones que ofrece tienen como fundamento la educación somática, es decir, se busca un enfoque integral entre el cuerpo, las emociones y el espíritu, para promover la salud. Allí las personas, que pueden estar solas o en grupo, experimentan las dimensiones de su cuerpo y las utilizan para generar movimientos creativos.
Al principio, los participantes se ubican en el espacio para concentrarse en su respiración, lo que además de relajarlos, les permite estar presentes. “La respiración es una puerta para que la autenticidad aparezca y se borren todas las formas predeterminadas con las que uno viene”, dice Laura. Después se hace un calentamiento para reconocer cómo es el propio organismo, que puede consistir en pasar bolitas de plástico por todo el cuerpo o ser consciente de qué está sintiendo cada parte de él.
Una vez la persona está al tanto de que habita un espacio, la danza terapeuta los guía por una serie de movimientos esquemáticos para que reconozcan las articulaciones y se muestre la diversidad de movimientos. A esto le sigue un proceso reflexivo donde la imaginación de la persona se traduce en los músculos de su cuerpo. (Internet/ La Nación)