Inolvidable
Antonio Aguirre Medina
antonioxaguirre@lanacion.com.ec
Viví muy de cerca la visita que el maestro Leguisamo hizo a Guayaquil hace casi 50 años y me recuerda algunas anécdotas vividas en los 4 días que gentilmente nos visitó.
Cuando salieron con su esposa de la sala de arribo del aeropuerto hacia el salón donde habíamos un centenar de personas, un frecuente hípico Santiago Perasso se le acercó eufóricamente lo abrazo y le gritaba “Que bestia Don IRI eres un maestro” lo que motivó alegría en todos los presentes, y desde ese momento todos conocíamos al Sr. Perasso como “Don IRI”.
Al siguiente día de su arribo lo fuimos a recoger al hotel Humboldt con mi tío Ernesto Aguirre Avilés y el maestro preocupado le dijo Sr. Aguirre “creo que el clima me ha hecho mal y estoy un poco mareado” ¿porque maestro? Le pregunta mi tío Ernesto y le contesto “Por que anoche cuando me acosté el río corría hacia un lado y ahora que me levanto el río corre hacia el otro lado, creo que estoy mareado”, No, le contesta mi tío Ernesto y le dijo: “lo que pasa es que este es una ría que tiene marea por eso sube hacia la izquierda o sea hacia el norte y baja hacia el mar sobre la derecha, enseguida el maestro suspiro y le dijo “entonces no estoy mareado”.
Otra anécdota es que el día de la carrera efectivamente todo el mundo pago su entrada excepto un dignísimo hípico al que siempre se le rinden homenajes y que al momento que le iban a cobrar su ticket de entrada hizo una “yuca” y dijo “esta es mi entrada”.
Cuando en la recta final Atahualpa guiado por Leguisamo se le acercaba a Jardenia guiada por Leonardo Mantilla éste mira al costado y de verlo tan cerca se asustó y aflojo la huasca. Acabada la carrera Leguisamo se le acerco a Mantilla y lo felicito por su magnífico triunfo, además se lo llevo a correr en los hipódromos de Buenos Aires y apadrinado por él tuvo gran éxito en Argentina.
Pasaron los años y siempre acompañaba a mi padre a los congresos hípicos a los que nos invitaban y tuvimos la oportunidad de encontrar al maestro Leguisamo en el hipódromo de Monterico y el club hípico de Santiago de Chile, conversar con él y oírlo contar con satisfacción lo bien que fue atendido en Guayaquil.
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