Opinión

Hombres de negro

Claudio Campos

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@claudioncampos

La tarde llegaba a su ocaso y con los últimos rayos del sol, el partido que disputaban varios vecinos del lugar en un descampado donde sobresalían las piedras que hacían las veces de portería, entraba en su momento más caliente y definitorio. Después de una jugada dudosa uno de los líderes del vecindario solicito penal por un supuesto agarrón y tomó el balón entre sus manos para ejecutar la pena máxima y quedarse con algo más que el triunfo, el honor. Pero en medio de la polémica con conocimientos de causa y firmeza se oyó, no fue falta, es un simple contacto del juego que fue exagerado por el atacante.

La discusión se estiro hasta la media noche, el penal nunca se ejecutó y quedo todo igualado; la anécdota es que en ese momento emergió un desconocido a implantar orden dejando atónitos a los presentes. Voy a intentar ponerme en los zapatos e investidura de esos protagonistas secundarios que saltan con sus emociones y miedos a los diferentes campos de juego con la tacita labor de que todo se desarrolle con justicia y equidad.

El jugador se prepara en varios aspectos porque debe poner sus capacidades y talento en beneficio de la camiseta que defiende y por sobre todo generar alegrías en una fanaticada que pide siempre un poco más, lo que produce un efecto motivante para los privilegiados que pueden con su acciones llenar de sonrisas a muchas personas. Pero en este deporte como tantos otros conviven otras personas que aunque no tengan el atuendo de intérpretes principales de alguna manera pueden llegar a serlo. En la semana se preparan psicológicamente para el gran evento que tendrán el domingo y van consumiendo la presión que les llega desde los amigos y también los anónimos que los reconocen y emiten algunos comentarios, que en casi todos los casos provienen de advertencias jocosas e inofensivas.

Cuando llega la hora del partido, normalmente se descontracturan conversando de situaciones ajenas al partido logrando abstraerse del entorno que rodea al espectáculo e iniciando una concentración absoluta en su trabajo. Cuando los minutos se acercan a la hora pactada su presencia comienza a agigantarse y sin muchos preámbulos se erigen como los magistrados de los destinos de un juego que impregna mucha pasión, es allí cuando su responsabilidad entra en vigencia y los deseos de todos están muchas veces en sus manos. Tienen el gran privilegio de ver de cerca obras de arte y a muchos magos del balón mejor que otros, ya que no lo disfrutan como los rivales ni están tan lejos como la mejor butaca del lugar.

Juegan un partido aparte y seguramente gozan con esta circunstancia, el secreto es, como lo hacen?? Muchos dicen que son futbolistas frustrados a lo cual me opongo porque considero que con esa vocación se nace y no es un camino siempre paralelo al del jugador. Como experiencia puedo agregar a esta exposición que tuve entre uno de mis primeros entrenadores a un famoso ex juez, qué al retirarse y envuelto en la pasión que genera este deporte decidió volcar sus conocimientos y todo lo que observo en primera fila durante tantos años haciéndose Director técnico y ahora conduciendo sus propios equipos. Sus comportamientos y temperamentos son amplios, detalle no menor que los puede catapultar a la cima o enviarlos a una caiga libre marcando sus destinos para siempre. Tienen la difícil labor de impartir justicia deportiva en cada acción que se realice dentro de un partido de futbol con el atenuante de que sus decisiones son instantáneas y necesitan ir cargadas de total conocimiento teórico e interpretativo y que cuentan solamente con el apoyo incondicional de sus asistentes cuando las dudas invaden su intelecto.

Muchos técnicos prefieren no hablar de ellos, las hinchas normalmente descargan sus miserias en sus oídos y los enjuician por cada determinación; los señores árbitros simplemente disfrutan el momento sublime de correr detrás del balón y de los artistas, con el único propósito de que el espectáculo tenga un final feliz aunque en la mayoría de los casos, el que pierde piense lo contrario.

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