Opinión

HA MUERTO CESAR ESCOBAR PAEZ, UN GRANDE DE NUESTRA FUSTA

Silvio Devoto

sidepaderby@hotmail.com

POR LAS CALLES DEL RECUERDO

Su salud lucía muy deteriorada en los últimos tiempos pero mantenía su fidelidad a la hípica, pasión que lo acompañó desde niño, tanto que apareció con tan solo trece años de edad en las caballerizas de “La Carolina”, el recordado Hipódromo capitalino donde hoy reúne a miles de quiteños un hermoso y bien cuidado Parque.

El sueño de este chiquillo, nacido en Quito el año 1940, prontamente apodado “chorizo” por su físico, era conducir caballos de carreras igual que Abel Vaca, Jesús Yánez, Hugo Serrano, Leonardo Mantilla, Tiburcio Tapia, Luis Bravo y Enrique Canales, látigos de enorme jerarquía que motivaban su atención haciendo nacer en su interior el deseo de emularlos y por qué no, superarlos.

Cuidó y paseó caballos durante poco más de un año, aprendió a galopar y pronto, muy pronto, los traqueó con mucha sapiencia al punto que en pocos meses tuvo positiva respuesta su atrevida solicitud para conducir en carreras públicas como jinete aprendiz.

Corría el segundo semestre de 1954 y contando apenas con catorce años de edad salió de perdedores sobre los lomos de PERON, un 15/16 que posteriormente, en 1956, daría candela a los puros en la temporada inicial del “Santa Cecilia”, Hipódromo en el que debutaría promediando la primera temporada.

No le fue difícil ganar su primera carrera en el óvalo de Mapasingue, descargaba dos kilos por haber logrado 25 triunfos en “La Carolina”, y su bien lograda victoria sobre el sillín del nacional CHUCHAQUE, propiedad del señor Martín Aguirre Avilés, fue la “llave maestra” que le abrió las puertas en la hípica guayaquileña.

Consiguió el “doctorado” conduciendo al peruano YESERO, del stud “Chipipe” cuyo dueño, el Ingeniero Miguel Salem Dibo, gustó de su monta y lo apoyó brindándole la oportunidad de conducir a muchos de sus caballos, entre ellos el gran campeón ALADINO con el que alcanzó una memorable victoria finalizando la temporada 1957 sobre Arraigo, al filo de la noche, en electrizante final.

Luego vendrían centenares de éxitos, muchos de ellos en carreras clásicas de importancia, con el argentino ENTRESUEÑO, sentando marca nacional en los 2.700 metros, HAPPY NIGHT, en un “Velocidad”, MARISTELLA, JEREZ, CAPO DI MONTE II, CHEVRIERE, SIRAMPUR, MONTECATTINI, DISPARO, GALANTO, ERMITAÑO, el sobresaliente GREENLY y DISPARO, entre muchos otros.

Jinete inteligente, con mucha noción del tren de carrera, enérgico y valiente, era un estudioso de sus rivales y en más de una ocasión me conversó el manejo de la carrera, y, casi siempre, doy fe, las cosas se dieron como las había planificado.

Recuerdo como si fuera hoy el más importante clásico disputado en las veinte y cinco temporadas del “Costa Azul”, en Salinas, con la mayor bolsa en premios en su historia, que tuvo Partidor lleno, diez caballos en dos mil metros, Escobar corría a PERDICION, una hija de Pertinaz y Ana Bolena que en infartante final, tras luchar cuatrocientos metros cabeza a cabeza con el favorito Jerez, guiado por Leonardo Mantilla, logró dominarlo por ‘mínima diferencia’ ante el estupor de miles de aficionados que coparon el hipódromo, buena parte de ellos en el interior de la pista, que premiaron con aplausos su retorno al pesaje.

El 9 de octubre de 1965 hizo suyo el “Independencia de Guayaquil” sobre los lomos del Ídolo MAR NEGRO en la carrera más recordada de la brillante vida del “Santa Cecilia” disputada sobre tres mil metros en base a un impecable conducción dando un rotundo mentís a los “agoreros de siempre” que decían que el zaíno del stud “El Márquez” solo respondía a las riendas de Mario Jaramillo, su habitual conductor.

César Escobar pondría también el sello indeleble de su categoría en el hipódromo de su ciudad natal llevando al triunfo a GASPARIN en el Clásico “Presidente de la Republica” dotado del mejor premio económico por la donación del Gral. Guillermo Rodríguez Lara.

MAR NEGRO en el “Santa Cecilia”, PERDICION en el “Costa Azul” y GASPARIN en “La Carolina” son las figuras sobresalientes de los tres hipódromos que por rara coincidencia tuvieron en el sillín a este extraordinario látigo que también lució la bondad de su monta en el hipódromo “San Fernando” de Cali y “Presidente Remón” de Panamá.

En Colombia inició su racha ganadora con TAMIR que era entrenada Augusto “Toto” Rojas y en Panamá debutó victorioso con OLAIDA que repitió una semana después y alcanzó su mayor logro conduciendo a MONTI en uno de los principales Clásicos.

En pocas, muy pocas palabras, expongo la valía de este gran jinete, cuya monta admiré y aplaudí durante tres décadas en los diversos hipódromos en que condujo, pero al que admiré y llegué a querer profundamente por la nobleza de sus sentimientos, su profundo y cabal sentido de la amistad evidenciada a través de medio siglo de diaria convivencia.

Más que un gran jinete, un magnífico ser humano, más que un amigo, un verdadero HERMANO.

Que el Señor te mantenga en su Santa Gloria, querido “Chorizo”.
Paz en su tumba.

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