Opinión

Guayaquil, la puerta grande de Ecuador.

Leonardo Escobar Bravo.

leonardoescobarb@hotmail.com

Vivimos en disputas mediáticas de promoción a Guayaquil, y debemos recordar que siempre se ha levantado de sus cenizas, de las pestes biológicas, políticas, dictaduras militares  y hasta bancarias, ésta de mayor daño tanto en la década de los años de 1.920 época de los gran cacao, y luego la programan en la Asamblea Constituyente de Riobamba a finales del siglo pasado para dar paso a la bancocracia.

Dios nos ha dado 66 años de vida, y la memoria de lo que hemos disfrutado nos recuerda, entre tantas bellezas, el Estero Salado y su Puente 5 de Junio, que contó en una época con el  “barco bar” de uno de los cantores caribeños de fama mundial “el Inquieto Anacobero” Daniel Santos, que junto a Julio Jaramillo, de quien sabemos no hay otro que haya tenido tanta compañía y muestras de solidaridad y pena  por la pérdida del Ruiseñor de América. En ese sector también estuvo la Plaza de Toros de Guayaquil y  camino a la costa, el famoso Parque y Hotel Bim Bam Bum, en su momento llamado  American Park. Todos estos deleites de la juventud e historia de un Guayaquil que siempre tuvo motivaciones y alegría, nos permite decir  que todo lo pasado ni fue mejor, y mucho menos peor, como nos insisten en las campañas de prensa para que se crea que las remodelaciones de cemento, la eliminación de plantas y árboles que caracterizaban a Guayaquil, y daba lugar a tener  una época invernal fresca, hoy superada por la regeneración urbana, que más bien ha caotizado el tráfico.

En edificaciones deportivas tuvimos el Coliseo Huancavilca, con el mejor baloncesto de Ecuador y de la región Bolivariana que se jugaba todos los martes y jueves, y los domingos en la mañana los intercolegiales, llenando sus graderíos y sobresaliendo entre muchos, Pablo Sandiford Amador, quien nació en la parroquia de Durán, hoy Cantón.

Pablo, conocido como “La Araña Negra”, fue el basquetbolista más representativo de los clubes, Ferroviarios de Durán y del inolvidable Athletic Club de Guayaquil, que cosechó giras invictas por Centroamérica, Colombia; e incluso sus jugadores fueron más del 60% del equipo que integró la selección de Ecuador que participó en el único Campeonato Mundial al que hemos asistido en el año 1.950 en Buenos aires, Argentina. Fue anecdótico que la Selección vistió en su primer encuentro con la camiseta de Athletic Club.

La hermana de Pablo, Jacinta Sandiford Amador, fue nuestra primera medallista Olímpica en Buenos Aires, en el año 1.951. Días atrás visite a su familia en Durán, su casa debe ser rescatada para un Museo en honor a los hermanos Sandiford, quienes trabajaron en el Ferrocarril que construyó el General Eloy Alfaro, además al padre de los Sanfiford de nacionalidad jamaiquina, lo trajeron como técnico y especialista para la construcción de una de las obras más grande hecha por el estadista vilmente asesinado.

Visita de los citadinos y  estudiantes fue el famoso Mercado Sur -cuyos planos y diseños los hizo el mismo ingeniero que diseño la Torre Eiffel de París-, al pie del majestuoso Guayas. Además de mercado, tenía en su parte superior su centro de comidas típicas, especialmente cebiches de concha y pescado, así como otros tantos manjares de la gastronomía ecuatoriana.

En el mismo Malecón Simón Bolívar quedaban las famosas carretillas con su reloj público, que luego de la salida del baloncesto, en caminata de galladas, equipos vencedores y vencidos,  asistían a comer los famosos aplanchados y chocolate caliente.

Entre bellos edificios históricos nos queda el de Diario El Telégrafo y el que fue matriz del Banco La Previsora, que si no fuera por el Estado, estos dos ya no existirían, ya que la debacle bancaria se alzo incluso con estas legendarias construcciones que embellecen el ornato de Guayaquil.

Ya en los años 1.970, un empresario visionario, Fernando Lebed S., fundó la famosa Feria de Durán, a la que concurrían expositores de países europeos, asiáticos y de nuestro continente, tampoco supieron conservarla.

Guayaquil y su puerto fluvial me permitió en el año 1.960 salir en la lancha a la Isla Puná, donde tomé el Vapor trasatlántico Antonioto Usodimare, quedándome en el Puerto de Colón de la República de Panamá, donde me recibió mi tía Laura Escobar Urbina de Hernández, quien fuera Profesora del prestigioso Colegio guayaquileño Amarilis Fuentes.

Tantas aventuras y tantas bellezas de Guayaquil, ciudad que tiene un pasado altivo, un presente que lo hace la ciudadanía con su entereza como empresario informal, que son la mayoría, los mismos que son los puntales de las empresas de inversionistas, y sin razón los persiguen pensando que un cargo transitorio los hace herederos de dinastías que ya no existen. Ahora el pueblo  está decidido a no volver al pasado, ya que nuestros hijos y nietos merecen lo mejor en una democracia permanente.

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