Opinión

Glamour con rebeldía

Claudio Campos

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@claudioncampos

Consultado sobre qué opinaba de Johan Cruyff respondió, es muy bueno aunque corre mucho. La frontalidad en muchos casos origina enemigos ocasionales porque quizás aquellas personas no tienen la capacidad de percibir el contenido de un pensamiento lleno de convicción que nace en el paladar de un exquisito que supo manifestar desde su pincel izquierdo toda la poesía que tenía en sus genes representados en cada caricia que le dio al balón.

Esta historia comenzó allá por 1962 en un potrero cercano a las vías del tren en Los Polvorines, lugar idóneo que tuvo este escuálido jovencito para expresar todo el talento que la vida le regaló y de esta manera poder salir de su timidez hablando con los pies. Es tan así que con apenas 9 años ya era elegido por los más grandes para jugar en los “picaditos” tradicionales del barrio. Los rayos del sol atravesaban los álamos que abrazaban aquella canchita, era una típica tarde de enero y de a poco todos tácitamente comenzaron a llegar a la cita diaria, hasta ese momento la rutina invadía aquel lugar que presenciaba desde su silencio a uno de los mejores exponentes que tendría años después la máxima expresión social que tiene el pueblo argentino, el fútbol.

La única pelota que había en el barrio comenzó a rodar y en sus primeros recorridos no tuvo la dicha de pasar por los zapatos del poeta, todo hacia prever que no se escribirían nuevas estrofas en el romance que habitualmente tenían; pero los genios intuyen cuando deben aparecer y dejar su marca. Después de un largo rechazo, la caprichosa cayó en los pies del predestinado, que con una facilidad envidiable domino el esférico y asistió para que el primer grito de gol, retumbara en el lugar y aparte los ojos de don Carlos Palomino un buscador de talentos se fascinen para siempre.

El partidito se puso muy trabado y no pudo ver más, pero confirmo con aquel simple detalle las palabras que le habían dado unos vecinos del lugar. Días más tarde acompañado por este histórico ojeador cambio los encuentros diarios del arrabal por entrenamientos en River Plate, club del cual era hincha iniciando un amorío perenne nunca imaginado. Debutó a los 18 años vs Atlanta y en su largo periplo con la banda roja supo obsequiar a su público todas las alegrías que puede tener un hincha, que en agradecimiento lo despidió al final de su carrera llenando el teatro donde más veces actuó. Amado por muchos, no querido por otros tantos tiene el privilegio de ser uno de los tres mejores 10 de la historia del futbol argentino junto a Maradona y Bochini, galardón que solo puede tener un nombre, el de Norberto Osvaldo Alonso, más conocido como “Beto” uno de los pocos jugadores que pudo hacer obras de arte con los pies.

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