Opinión

FUERZA AMARILLA

José Antonio Ávila Stagg

joseantonio_avila@hotmail.com

El titular del presente artículo no tiene nada que ver con el equipo de fútbol de origen orense perteneciente a la primera división “A” de nuestro país, sino con la poderosa manifestación que el gremio de taxistas locales realizó el pasado martes, demandando a las autoridades competentes la revisión de algunos aspectos puntuales en beneficio de su actividad, entre otros: El reajuste de la tarifa, considerando que ésta lleva varios años sin incrementarse;  el rechazo al ingreso de  plataformas internacionales (Cabify y Uber),  mayor control a los taxis informales y que se permita únicamente el uso de la aplicación denominada “Un Taxi”. Cabe mencionar que no somos la única ciudad donde han ocurrido estas manifestaciones, en el mes de abril, por citar un par de ejemplos, algo similar se pudo observar en España, en las ciudades de Madrid y Valencia.

Las aplicaciones internacionales antes citadas poseen algunas diferencias en cuanto a la experiencia que el cliente recibe por el servicio de transporte, por ejemplo, en el caso de UBER, al usuario se le debita una tarifa determinada por la categoría del vehículo a utilizar (donde puede requerirse hasta un Mercedes Benz, si se desea) y además de la distancia a ser recorrida.

Lo cierto es que al servicio tradicional de taxis, con la rigidez orgánica de sus cooperativas y las distintas obligaciones de diversa índole que estos asumen, la innovación tecnológica y las demandas de un mejor servicio sobrepasaron la manera como estaban planteadas las condiciones en cuanto a la concepción del servicio de taxi y la experiencia que vive el usuario.

Ya veremos si se llega dar paso a estos competidores del taxismo tradicional en Guayaquil, una ciudad donde el gobierno local  y su Autoridad de Tránsito Municipal se autodefinen creyentes de la economía  social de mercado como herramienta idónea para alcanzar el bienestar de sus conciudadanos.  Como bien sabemos, aquella no concibe el progreso sino en base a la competencia  y libre iniciativa donde el empresario debe permanentemente comprender y estar en sintonía con lo que demanda el cliente o usuario.  Un buen número de esos clientes hoy en día parecerían estar  de acuerdo con utilizar plataformas tecnológicas (sin importar de donde provengan) siempre que aquello satisfaga la calidad del servicio que aspira y merece; si lo  puede pagar, lo va a contratar.

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