“Es hora de abrir los ojos”, advierte Hugo Achá sobre los discursos de izquierda refugiados en economías ilegales
El experto boliviano Hugo Achá advierte que detrás del discurso de izquierda se parapetan intereses de economías ilegales, ansiosas por secuestrar el Estado. Una entrevista exclusiva con el autor del libro “La Guerra Infinita”, quien conoció a Fernando Villavicencio, con quien conversó sobre la gravedad del fenómeno. Su crimen confirmaría la magnitud de la amenaza.
Conoció a Fernando Villavicencio en el curso de sus investigaciones sobre los tentáculos del crimen organizado en la esfera política. El asesinato del candidato presidencial significa “la pérdida de un amigo y la constatación de que muchas advertencias son una realidad para Ecuador y para los ecuatorianos”. Hugo Achá es un experto boliviano obligado al exilio cuando halló vínculos entre mafia y política en su país. Hoy, alerta qué está en juego en las elecciones en Ecuador.
Se refiere a grupos vinculados con el delito transnacional. “No solo quieren coexistir y tomar ventaja de las debilidades estatales y lucrar de Estados frágiles, fallidos o corruptos. Quieren ser el Estado. Y en esto tienen una audacia muy grande porque no solo intervienen, participan, financian procesos electorales e interactúan en forma violenta, como la muerte de Fernando”.
El académico, que nació en 1973, salió de su país en 2009. Esto, a raíz de los hallazgos que luego se condensarían en el libro “La Guerra Infinita, Rostros del Nuevo Conflicto Global”, del cual es el compilador y coautor. ¿La revelación? El híbrido entre una organización criminal y grupos políticos “es capaz de generar más que la dinámica del cartel; puede incursionar en la organización social y a través de su capacidad financiera incursionar en la política”. El híbrido “no se conforma con coexistir y aprovechar las brechas de un Estado débil, sino que quiere tomar el Estado”.
Su planteamiento no deja de ser controversial y puede ser tachado de extremista, porque relaciona a grupos políticos de izquierda con fuentes de economías ilícitas. “El fin de la guerra fría marca para la izquierda una opción de vida o muerte. La caída del muro de Berlín y el fin de la Unión Soviética son hechos palpables de que el modelo no consiguió dar respuestas. Esa izquierda huérfana del discurso buscó aliados. La revolución va en la punta de las bayonetas, decía Mao. Esto ya lo había entendido Fidel Castro, cuando se alió con el narcotraficante de escala mundial, Roberto Suárez, ‘el rey de la cocaína’, el primer proveedor de droga de Pablo Escobar y el cartel de Medellín”.