En Ecuador es cada vez más difícil encontrar un empleo que pague bien
La población en edad de trabajar ha crecido casi un 20% en los últimos años, pero el número de empresas solo aumentó un 7%. Además, no se forma a los profesionales que se necesitan.
Uno de los problemas más graves de la economía ecuatoriana, que incluso tiene repercusiones sociales y políticas, es que cada vez es más difícil encontrar buenos empleos, bien pagados; incluso para los jóvenes profesionales universitarios.
Según las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la informalidad y el desempleo afectan a más de seis de cada diez ecuatorianos en la Población Económicamente Activa (PEA), es decir, a más de 5,3 millones de personas.
Además, los aproximadamente 3 millones con empleo adecuado, en la mayoría de los casos no acceden a todos los beneficios de ley y tienen un ingreso promedio menor a los $600 mensuales. Lo que posiciona al país como una de las economías de la región que menos paga a sus profesionales jóvenes. A continuación, se detallan varias explicaciones de esta situación:
Resultado inevitable
Desde 2012, la población en edad de trabajar ha aumentado casi un 20% desde los 10,8 millones hasta más de 12,9 millones de ecuatorianos.
En ese mismo periodo de tiempo, el número de empresas aumentó de 791.790 a 849.831. Esto representa un crecimiento de apenas 7%.
Norman Rosales, economista y consultor empresarial, explicó que, si existen pocos oferentes de empleo (empresas), pero muchos demandantes de empleo (personas), el resultado inevitable es que los sueldos y las condiciones laborales sean bajas.
“Se han dado pasos importantes como la creación de la figura Sociedades por Acciones Simplificadas (SAS). Esto ha reducido los tiempos y los costos de crear una empresa; pero sigue existiendo una tramitología y una burocracia pesada que desincentiva el emprendimiento”, dijo.
El problema de fondo es que para reducir esa tramitología y burocracia se tendría que redefinir completamente el rol del Estado, y eso tiene candados políticos y constitucionales.
Además, ante un mercado tan pequeño como el ecuatoriano, se necesita más competencia y apertura comercial; pero esas son soluciones que necesitan una implementación de largo plazo.
“El atajo fácil, que siempre ha tenido respaldo popular en Ecuador, es aumentar el gasto público y el tamaño del Estado. Pero esto a costa de más endeudamiento y menos productividad”, dijo Tatiana Robles, economista y consultora empresarial,
Universidad y oportunidades
Las clases medias, sobre todo los jóvenes con estudios, se han quedado estancadas en comparación a los sectores con más ingresos y a la generación de sus padres.
Esto se debe a que ya no es cierto que ir a la universidad es una garantía de acceder a mejores oportunidades laborales. En la década de 1990, las credenciales universitarias representaban un salario entre 20% y 40% más alto.
Ahora, el problema de fondo es que vivimos en una época con más titulados universitarios, pero las empresas se quejan de que los trabajadores no están bien formados.
El país tiene déficit de perfiles técnicos y tecnológicos. Muchos empleos basados en tareas rutinarias y administrativas están quedando obsoletos.
No solo ocurre con los empleos poco remunerados y cualificados; sino también, por ejemplo, en empleos que antes eran cubiertos por titulados universitarios: Los puestos administrativos en la banca han pasado del 60% al 30% de la nómina.
Andrea Heredia, docente y pedagoga, comentó que se debe impulsar una reforma profunda en todos los niveles educativos, desde la primaria hasta la universidad.
“Las universidades no solo deben pedir más dinero, sino también actualizar sus carreras. Además, se debe apostar por más educación tecnológica enfocada a los sectores con más oportunidades: comercio electrónico, ventas, innovación y tecnología”, aseveró.
Otro aspecto es que más empresas deben fomentar los sistemas de formación dual. Actualmente se opta por lo más barato y seguro que es “robar” trabajadores a otras empresas.
Esto provoca que las ofertas labores se concentren en los que ya tienen experiencia; pero se deja de lado a la mayoría.
Pocos invierten en capacitación de su fuerza laboral. Eso da como resultado, por ejemplo, que solo uno de cada cinco empleados reconoce haber aprendido una nueva habilidad, que mejore su perfil profesional, dentro de su actual puesto de trabajo. (JS)