EL SECTOR AGROPECUARIO Y EL INMOVILISMO POLÍTICO.
EMILIO GALLARDO GONZÁLEZ/ Guayaquil
emilioegallardog@gmail.com
A pocos días de las elecciones seccionales del cinco de febrero, escribo unas reseñas centradas en los aspectos del inmovilismo político del país, que han incidido en la falta de éxitos para incrementar la productividad del sector, debido en gran parte a que los políticos y gobiernos han considerado que las bases económicas para formular políticas públicas agrícolas son parte del ¨arte político¨ , en lugar de diseñar estrategias basadas en la utilización eficiente de los factores de producción.
Desde que somos república, todas las generaciones de ecuatorianos hemos repetido que somos un país eminentemente agropecuario por su gran capacidad productiva, fertilidad de los suelos, rico en recursos naturales, variedad de climas y extraordinaria biodiversidad, etc., sin embargo, seguimos teniendo los índices de productividad entre los más bajos de la región. El problema del desarrollo en el sector agropecuario no solo es económico o institucional, es también cultural, específicamente una cultura política basada en un juego de suma cero, donde las ganancias de unos se equilibran con las pérdidas de otros, donde lo coyuntural está sobre el bien común y el largo plazo.
El inmovilismo político que induce a una inercia productiva se puede ilustrar mencionando las reseñas siguientes:
Un personaje de nuestro país a manera de denuncia manifestó que existía una clase política que proclamaba igualdad y el apoyo a la libre iniciativa de la agricultura pero que en realidad buscaba la desigualdad, privilegios a su favor y que pactaba con los monopolios. Esto lo sostenía Vicente Rocafuerte en 1835. Esta situación después de 188 años no ha cambiado.
El presidente Gabriel García Moreno en 1862, planteó al Ecuador la necesidad de fortalecer el sector agropecuario y la economía nacional, a través, de la implementación de valor agregado a los productos de exportación. Expresaba que para llevar a cabo el plan productivo se requería una fuerte inversión estatal y establecer alianzas con productores y exportadores. La iniciativa del gobierno actual, de promover consorcios y clusters para exportación van en el camino correcto de establecer alianzas estratégicas conforme la visión del presidente mencionado después de 161 años.
Un presidente de la República, en su mensaje a la nación indicó que era de gran importancia para el desarrollo del país estimular la capacidad productiva del sector agropecuario, incentivar las prácticas modernas de producción y otorgar créditos a la producción y que los gobiernos anteriores conocían el problema, pero nada se había hecho. Lo dijo el presidente José Luis Tamayo en 1923. Hoy 100 años después decimos lo mismo.
Hace unos meses una nota de prensa comentaba el despilfarro de los recursos económicos a lo largo de las últimas décadas de uno de nuestros principales rubros de exportación. Otra reseña de prensa destacaba como el Ecuador había malgastado a lo largo de los años, los ingresos económicos de su mayor producto de exportación. La primera es del 2022 y se refiere al petróleo, la segunda, 1904 y señala al cacao. En los dos casos se argumentan como las principales causas del fracaso, la falta de reinversión, carencia de tecnología, técnicas de producción (cacao), ausencia de políticas, corrupción y una administración pública ineficiente y privada en los casos del petróleo y cacao respectivamente. Actualmente, los mismos problemas luego de 119 años.
En el país, los políticos siguen enfocando al sector agropecuario en lo intrascendente y superficial para la mayoría, pero trascendente para la minoría política. Lo prioritario, lo que verdaderamente importa para el desarrollo, lo socialmente responsable, lo técnico y productivo, lo que genera bienestar para la mayoría, al igual que en décadas anteriores, como hace 193 años, políticamente no interesa y mientras mantengamos una cultura política, donde el lucro está en los problemas y no en las soluciones seguirá el inmovilismo.