El Bongo soda de Armando Kronfle
Eduardo Bossano
elnegrobossano@yahoo.com
El Bongo, si bien es cierto era el nombre del soda bar de Armando y donde cerca de 300 personas crecimos, convirtiendo a este espacio de la calle como nuestro segundo hogar, cuando se hablaba del Bongo se hablaba de toda la cuadra de 9 de Octubre entre Chile y Chimborazo y así, como el Dr. Parker fue parte de esta historia hubieron otros personajes que crecieron junto a nosotros y entre ellos el revistero de la esquina de Chile y 9 de Octubre, el peluquero Suku Suku entrañable personaje que si no le pagabas por adelantado no te cortaba el pelo, el cubano de la cafetería donde pararon los más viejos encabezados por “pan de dulce Aguirre” y otros lindos veteranos que entre constantes risas nos transmitieron sus experiencias, este conjunto de negocios y personas convirtieron al Bongo no solo en el negocio, sino que el sector adquirió ese nombre hoy recordado por todos los guayaquileños de entonces.
Cuando el Bongo se cambió de local y se instaló en los bajos de la clínica Parker, una rockola con los temas de moda, una barra larga sobre la izquierda y sobre la derecha un sistema de mesas y butacas donde se acomodaban cómodamente 6 personas, sus especialidades el perro caliente con una mayonesa amarillita con un rico sabor y los cebiches que los preparaba “el gordo” que se me ha ido el nombre.
Sus personajes, Adelita la mamá de Jorge Ode y German el abuelo, aquel árabe inmenso que había sido luchador y se tomaba el ají como jugo y por supuesto el gordo y Armando.
Muchas fueron las personalidades del mundo artístico internacional que fueron comensales del Bongo, recuerdo a Angélica María disfrazada para pasar inadvertida cosa que no sucedió, otra que me acuerdo que se nos cayeron las babas fue a Luz Marina Zuluaga Miss Universo, Armando en sus años de juventud siempre estuvo ligado a la farándula artística-social de Guayaquil.
El Bongo se mantuvo vigente hasta que esta generación a la que pertenezco empezó a hacer su vida y cada quien tomo su rumbo, ya no había tiempo de reunirse todas las tardes y pasar horas riéndonos de la vida, en mi caso me fui a vivir cerca de 20 años a Salinas, tiempo que he guardado en el baúl de los recuerdos.
Muchos han partido antes de tiempo, Armando cerró el Bongo y finalizó una etapa de la calle 9 de octubre.
Soñador como es, lo volvió a abrir un poquito más hacia Chimborazo, estuvo algunos años y por último terminó para siempre su soda bar y con eso pasó a ser parte de la historia de la hoy regenerada calle 9 de octubre y del baúl de los recuerdos.
Seguiremos comentando estas viejas historias del Guayaquil del siglo pasado.
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