Opinión

El amor y las cosas simples de la vida… Navidad

Antonio Palacios Frugone/ Guayaquil

El  amor es sublime, el hablar, sentirlo y vivirlo, nos permite transportarnos a un mundo donde  la luz desplaza a la oscuridad,   la tristeza cede ante la alegría, el  dolor da paso al alivio, la  ira a la ternura, envolviéndonos de una nobleza espiritual que nos permite: enfrentar, rechazar y comprender  los sinsabores que se presentan en una  vida creada para la felicidad.

Diciembre es un mes especial, el “amor” lo percibimos en el aire, en una hoja, en cualquier elemento vivo o inerte, listo para ser acogido y disfrutado por cristianos o no cristianos.

Los que tenemos el privilegio de creer en ese Dios hecho hombre ¡llamado Jesús!, nacido, venerado y adorado en un pequeño establo de Belén, debemos de trasmitir el gozo que nos produce el recordar su nacimiento, demostrando con nuestra actitud que la  Navidad no es solo entregar un obsequio, es  amar sin restricciones, sin temor, sin pensar en la retribución. No es malo otorgar un presente   ¡es correcto!,  más aun cuando producto de esa acción  produces un momento de alegría, ¡bien por ello!

 Sin embargo hay diversas formas de dar amor,  el desprendimiento de un gesto donde el alma grita y el corazón palpita: un apretón de manos, una mirada, un abrazo, un beso, son expresiones que determinan la entrega de un sentimiento, generando  pureza en las almas de los actores.

Vivamos la felicidad de la navidad, disfrutemos el nacimiento del niño Jesús, unámonos en familia, cantemos, oremos, meditemos, resaltemos su amor y el ejemplo de aquel “Ser” que simplemente dio su vida para salvar la nuestra.