Opinión

Dr. Wilson Drouet Tutivén

Leonardo Escobar Bravo

leonardoescobarb@hotmail.com

Gonzalo Escobar Villavicencio

gonzalo_escobar7@hotmail.com

Exaltar a un hombre, cuya calidad de médico y ser humano se tiene tan en alto, cuya estima yo tengo tan en alto, no resulta tan sencillo. A principio, los comentarios que puedo exponer sobran, por eso mismo debo escoger lo esencial, aunque unos solos detalles, yo sienta, no hacen justicia todo lo genial que resulta el talento y la amistad del Dr. Wilson Drouet Tutivén.

Empezaré con su trayectoria profesional, resaltada por el prestigio que la dedicación, el ingenio y su naturaleza humanista han granjeado a lo largo de los años. Realmente, la medicina es un compromiso que premiará a quienes la escogen con certeza y voluntad, una vocación que inicia con la más ardua y extensa de las carreras académicas, y luego depara un estudio y exploración interminables para aquellos que tienen el temple de resistir la responsabilidad que significa ser un galeno, un guardián de nuestra salud y vida. Por su excelencia, el Dr. Drouet ha ocupado roles como: Profesor de Enfermedades Infecciosas en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil; Catedrático de Medicina Interna en la Universidad de Guayaquil; por años Director del Hospital de Guayaquil y Jefe de Unidad de Cuidados Intensivos, ubicado en el suburbio de la parroquia Febres-Cordero; Director-Fundador de la Clínica Drouet; Condecorado por La Asociación de Profesores de la Universidad de Guayaquil (APUG) por sus 40 años de Catedrático Universitario, en 2008; Actualmente Director Ejecutivo de la Pan American Medical Asociation, PAMA. Estos y otros son sus logros profesionales, pero un gran hombre tiene mucho más que mostrar que un curriculum con laureles.

Por supuesto, debo mencionar las cualidades personales de quien puedo considerar mi verdadero amigo, para hacer verdad al perfil que yo conozco. Había mencionado lo difícil y loable que es la vocación del médico; en esta profesión es más fácil separar al mediocre del capaz, y al monetarista del humano. Yo, personalmente, siempre me encuentro forjando mis mejores amistades con doctores de primer orden; es que lleva una clara ventaja sobre los demás, aquél que es docto, talentoso, solidario y jocoso. Aristóteles define la amistad así: “¿Qué es un amigo? Son dos cuerpos con una sola alma”; define los tres tipos de amistades como las de placer (quienes sirven sólo para la diversión), la de utilidad (quienes sirven intereses personales) y la de virtud. La amistad de virtud es la amistad perfecta, que se da entre los hombres buenos e iguales en virtud, ya que éstos quieren el bien el uno del otro en cuanto que son buenos, y son buenos en sí mismos (khat-autó). Esta clase de amistad es la más permanente. Con todo, estas amistades son raras porque tales hombres son pocos y, además, requieren trato, pues sin él, no cabe el conocimiento mutuo. El deseo de amistad surge rápidamente, pero la amistad no.

Aquél hombre de hablar calmado y seguro, cuyos años dan la paciencia de instruir a las nuevas generaciones, cuya energía permite cuidar la salud del necesitado, cuya solidaridad gana deudas –pero también favores-, aquél que comparte anécdotas y brinda por sus amigos, que da diversión, que cuida nuestra salud, que instruye y escucha con atención, y aconseja con la mejor de las intenciones, aquél es un hombre virtuoso, como define la Ética de Aristóteles. Y aquél es un preciado talento ecuatoriano, mi amigo, el Dr. Wilson Drouet.

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