Opinión

Disparates

Por Gerardo Maldonado Zeas

germaldo1@yahoo.com

Ahora dice que Guayaquil se parece a Hiroshima porque fue atacada desde el aire como con una bomba; y sentenció que le ha tocado perseguir de regreso al enemigo, “como en Esparta”. ¿Analogías? Más bien inmensos disparates. Dos hechos históricos traídos a la opinión pública por la alcaldesa Cynthia Viteri, coloreando de la vergüenza ante las preguntas directas del periodista Milton Pérez de Teleamazonas, y su actuación muy secundaria en la pandemia del COVID-19 en la Perla del Pacífico.

Sin el apoyo de Nebot, quien se desmarcó de manera muy hábil, Viteri deambula sin norte en su afán de recobrar el tiempo perdido desde que le detectaron el coronavirus, hasta cuando regresó a las calles a tratar de ganarse a los ciudadanos. Inclusive hizo la “hazaña” de donar un tanquero con agua potable a Monte Sinaí, uno de los tantos barrios olvidados por el populismo y la desventura. En cambio, el ex alcalde, tomando fondos de la fundación Teletón dona hidroxicloroquina y azitromicina al pueblo, y enfrenta molesto a quienes con razón le dicen que esta medicación no cura el COVID 19, porque todavía para este mal no existe cura.

Los dos, desde su particular bando tratan de ser populares, aterrados por la sombra de sus desaciertos; Cynthia soñando en la Asamblea Nacional, en donde es muy fácil discursear, pero complicado dirigir; y Nebot, añorando el sillón de Olmedo, cuando amenazaba con levantar a Guayaquil, cada vez que no se cumplían sus designios.

El COVID-19 a todo el mundo, en menor o mayor grado nos tomó desprevenidos. Además, en medio de una crisis económica brutal, con todas las fatalidades juntas, incluidas la caída del precio del petróleo, paras en las refinerías, y daños en los oleoductos. En Guayaquil, que es el epicentro de esta pandemia, mientras el gobierno, el sector privado y la solidaridad de la gente sencilla, entregan su mayor esfuerzo para combatir el mal, hay un grupo de políticos aferrados al sensacionalismo, quienes entre discursos vacíos y delirios de poder, contribuyen a profundizar la desgracia. Hasta cuándo!!