Día de San Patricio
Gonzalo Escobar
Gonzalo_escobar7@hotmail.com
Fue un día fatal. Yo tenía conocimiento que San Patricio se celebra a lo grande en Nueva York por la enorme cantidad de descendientes irlandeses, pero me enteré el viernes 16 de marzo, mientras ayudaba a mi sobrino con su tarea que trataba de la festividad, que la fiesta era al día siguiente. Pensé que iba a ser un sábado memorable, y lo fue pero no a gran efecto, porque no conseguí mi hada verde ni vi el final del arcoíris esa noche.
Entonces, la historia del día sábado 17 de marzo, día que se celebra a San Patricio, patrón de Irlanda, la historia del día empieza cuando me levanto queriendo apurar a mi hermano y sobrino para montarnos en el carro e ir de un recóndito pueblo en Long Island al bosque de piedra, cemento y cristales que es Nueva York. El gran desfile, con bandas, marchas y quioscos de comida, se extendía a lo largo de la 5ta avenida, desde la calle 44 hasta la 80. El evento empezaba a las 11 de la mañana, y yo quería ver cómo era todo.
No vi nada, nada de nada. Salimos algo tarde de Long Island y fuimos a dejar el carro en casa de una tía para entonces ir a la ciudad y rondar a pie. Desafortunadamente, ya eran casi las 3pm y lo máximo que pude admirar fueron chicas con calcetines verdes, algunos miembros de bandas tocando sus gaitas de retirada, gente con algún sombrero o barba verde; en fin, todos de retirada. La misión que teníamos era otra: llegar al Museo de Historia Natural. Para esto, agarramos el metro que era un viaje muy sencillo, pero ese día las líneas de tren que nosotros teníamos que agarrar eran un caos. Tuvimos que bajarnos del tren en el que andábamos, fuese porque este salía de servicio o porque se iba a saltar las paradas que necesitábamos, y al final, tuvimos que agarrar la línea “C” que se saltó de la calle 59 hasta la 125, y de ahí bajar hasta la 81, donde estaba la entrada del museo. El museo cerraba a las 5:45pm y llegamos a las 5pm, como para hacer un recorrido de prueba (yo ya lo he visitado varias veces, es magnífico, pero esperaba que mi sobrino lo disfrutase más).
En este punto tal vez valga decir por qué la comunidad irlandesa es tan fuerte en Estados Unidos. Entre 1845 y 1849, un cuarto de la población de Irlanda abandonó la isla por la infame An Gorta Mór, o la Gran Hambruna (de las patatas). Alrededor de un millón de personas se fue en barcos a América, y otro millón se fue a dos metros bajo tierra. La plaga de la patata azotó toda Europa, pero en Irlanda dos tercios de la población dependían del cultivo, así que… bueno, tocaba el punto por exponer un hecho histórico que resultó en la exportación de la cultura irlandesa, y porque yo personalmente ya moría de hambre a las 6 de la tarde, y porque después del siguiente párrafo, no hubo nada de San Patricio ni de irlandés por el resto del sábado.
Lo último de la festividad gaélica la tuvimos, mi sobrino, hermano y yo, en McGee’s, un pub irlandés famoso, porque los tragos y la comida es buena, y porque sirvió de inspiración para una de las series de comedia más famosas y mi favorita (How I met your mother). Habrá sido mi cuarta vez en ese bar, y la peor de todas; en Día de San Patricio decidieron hacer un menú especial, subiendo el precio de sus hamburguesas a $17 y pagando $1.50 por cada extra, incluyendo el queso, y las alitas de pollo parecían sobras mal calentadas. Comida para pasar hambre.
La otra es que un amigo decidió ir a un bar, el Houston Gal en la zona de Soho, a las 5pm, porque tenía una reservación con su novia a las 9 para cenar. Como ya no lo iba a alcanzar, decidí volver con mi hermano a casa de nuestra tía y salir luego con 2 tíos, esperando que la noche me recompense lo del día. Ahora, debo admitir que debí agarrar mi abrigo e irme solo a la ciudad, porque siempre me sucede algo bueno, pero por cumplir con estos tíos, y porque no cargaba mucho dinero ese rato, terminé en un bar latino. Puede que un irish pub en Manhattan hubiese estado repleto, pero mejor eso que un bar latino repleto de viejas que usan silicona y prendas ceñidas que las hacen parecer, como diría mi madre, “morcillas mal envueltas” para cazar eh, no sé califican como señores, pero hombres que por edad deben vestir de tal forma que amague entre juvenil y económicamente decente —podría comentar mucho sobre esto, pero me limito a: ¿alguno cree poder encontrar pareja de valor en esas condiciones? Ese lugar no era para mí, en serio que no. Pero al final de la noche me reí bastante,
Al final de la noche, uno de mis tíos, barbudo y de voz rasposa —que se parece al capitán Haddock, personaje de las aventuras de Tintín—, había bebido al punto que contaba historias dignas del boom latinoamericano. Primero nos reímos fuera del bar, porque muchas de las “señoras” no querían subirse al carro de los “señores” si no les pagaban la renta atrasada primero. Luego porque el tío nos contó de como vuelta en Ecuador unos ladrones de campo apreciaban las cosas de una casa antes de robarlas, o de las fechorías que cometió de joven, o de las crónicas de las nuevas generaciones de inmigrantes que abusan del sistema americano y lo duro, sano y bueno que la tuvieron los viejos.
Al día siguiente mi amigo me escribió para disculparse porque se hizo tal trapo que no llego a su cena de las 9pm. Tal vez de vi ir a la ciudad solo, pero si bien San Patricio fue un desastre, ahora tengo las Historias del Tío, toda un visión al pensamiento y las vivencias de una generación ya retirada que en otro momento compartiré. Los ladrones a crédito es una muy buena, un nuevo modelo de negocio sudamericano.
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