Del limbo a…
Luis I. Sandoval M
@luisisandoval
Diario El Espectador de Colombia
¿Por qué el resultado adverso del plebiscito? Con intuición certera y sabias palabras lo ha señalado Pepe Mujica hace pocos días desde México:
“En los últimos cuatro años, dijo, comenzó una negociación entre el Estado y la guerrilla que “ha sido demasiado gerencial y con poca participación de los de abajo. La gente se ha asomado como a un balcón al proceso de paz”. Algo extraño sucede porque “el movimiento obrero apoya la paz pero no apoya al gobierno” se cuestionó Mujica en referencia a la baja popularidad del presidente Juan Manuel Santos, al que considera su “amigo”. Tras la victoria del NO en el plebiscito del 2 de octubre «ahora hay que renegociarlo todo” dice. “Y sí, todos dicen que están por la paz, pero algunos ponen tales condiciones que no hay paz” dijo en referencia al expresidente Álvaro Uribe. “¿Y en qué terminará todo?, no lo sé”, se respondió a sí mismo. “Yo vi voluntad política en las FARC para alcanzar la paz y espero que la mantengan” explicó”.
Comparto esta lectura que es la que se propuso repetidas veces como alerta temprana en esta columna. Todos los momentos y formas de participación previstos en la mesa por las partes se cumplieron, pero fueron insuficientes. El gobierno quiso reducir la participación al mínimo para evitar un cambio de alguna significación en la estructura de poder. Lo contrario sería sumar fuerza a los ex insurgentes que vienen a fortalecer nuevas opciones politicas.
Sorprendió primero que los votos no alcanzaran para legitimar plenamente el acuerdo, pero sorprendió más la movilización subsiguiente para defenderlo. Así, con paso zigzagueante, el actor societal se abre camino dejando entrever la posibilidad de un proceso constituyente. Existe la potencialidad de un sujeto plural alternativo y, por tanto, lo que hay que hacer es facilitar al máximo su nacimiento, expansión y consolidación. Esto no se consigue solo con dejarlo todo al curso de la espontaneidad, ahora ya es necesario que se haga explícito el contenido de la paz como proyecto de país.
Estamos ante una situación inédita colmada de incertidumbre pero también de posibilidades, inclusive la de que el acuerdo final definitivo quede mejor que el sometido el 2 de octubre a la sanción plebiscitaria.
Ahora hay que resolver el nudo de las objeciones del NO. Si se quiere que el cese de fuego bilateral se mantenga mientras se hace la luz, hay que tomar en cuenta que las partes llegaron a él en virtud de lo ya acordado. El cese no puede separarse de las demás partes del acuerdo porque nada quedaba definitivamente acordado hasta que todo estuviera acordado. Mantener la vigencia de una parte implica mantener el todo.
Un acierto no haber aceptado la mesa técnica tripartita sugerida en un momento, pero no puede desaprovecharse la oportunidad para avanzar en construir el piso de una auténtica voluntad nacional de paz, o paz de Estado. Ello implica un acuerdo sobre lo fundamental como se ha sugerido por muy diferentes sectores.
Ya se está pensando en un congreso de todas fuerzas de paz, sociales y políticas, por iniciativa de sectores alternativos, para el 8 y 9 de diciembre, para crear condiciones programáticas y organizativas que viabilicen la iniciativa política capaz de poner el país con seguridad en la vía de cumplir los acuerdos y hacer de ello el primer paso en la construcción de la paz.
Es cierto como lo dijo el jefe negociador de las FARC, Iván Márquez, que podríamos pasar del limbo al infierno, pero no es menos cierto que podríamos pasar del limbo al cielo.
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