Dejan los estudios y apuestan al negocio propio
En Ecuador, 1 de cada 3 adultos inician sus negocios con inversiones que arrancan desde los $200. Solo el 43% terminó la secundaria.
Para Jorge, Andrea, Doménica y Belén no fue tarea fácil embarcarse en el mundo ´business´. Sin embargo, el afán de asegurarse un futuro monetario, lejos de la monotonía y rutina que podrían haber encontrado en una oficina, pesó más.
Hoy, sus modelos de emprendimientos les han dado grandes satisfacciones al romper con la línea clásica que la gente está acostumbrada a ver y enrumbarse en modelos que quizás personajes como Steve Jobs o MarckZuckenberg, cofundadores de Apple y Facebook, han impuesto.
Hoy la búsqueda de carreras cortas se hace cada vez más común. Y es más – según un estudio de Global Entrepreneurship Monitor GEM en el 2013- Ecuador es el país más emprendedor de América Latina. Ello con un índice de que 1 de cada 3 adultos ecuatorianos iniciaron trámites para un negocio propio, con inversiones que arrancan en los $200.
Asimismo, deja en evidencia que cada vez más el involucramiento con la actividad emprendedora es más temprana. Pero asimismo, la encuesta realizada a 2 000 ecuatorianos, sostiene que solo el 42,4% terminó la primaria completa; el 43%, la secundaria; un 6%, la universidad; y el 0,6%, obtuvo un posgrado.
De hecho, hoy la decisión de interrumpir los estudios por trabajar es más frecuente. Doménica Zuleta, de 18 años, es un de ellas. Todos los días, a las 07:00 abre su Club de Nutrición. Ofrece desayunos y meriendas a los consumidores que cuidan su salud y quieren bajar de peso.
Todo comenzó por el consumo propio de este tipo de alimentación, promocionada por La firma Herbalife. “Mi mamá tomaba los productos, vi resultados en ella y luego en mí. Perdí 20 libras”. A partir de aquello, las maestras y compañeros del colegio se interesaron en los productos. Vio allí su oportunidad de negociar y creó su club. Con cada venta de $200, ella ganaba $50 en treinta minutos, reconoce. Sostiene que su juventud solo representó una barrera de aceptación al principio, pero luego conquisto clientela.
A Jorge Faytong y su esposa Andrea, la vida de negociantes también les empezó desde la adolescencia, antes de conocerse. Pero desde la época de noviazgo, ambos con grandes habilidades en ventas incursionaron en algunos negocios, hasta establecerse en la venta de línea blanca y tecnología. Hoy cuentan con “Electrofaype”, su tienda propia y con solo 24 años.
El espíritu vendedor empezó cuando buscaba comprarse cosas personales. “Era de los que me levantaba tempranito, tipo seis de la mañana a ayudar a mi mamá para la venta de tacos”.
Además influyo su padre, desde pequeño lo incentivo a ganarse las cosas por mí mismo.
A Andrea, su esposa, le pasó algo similar. Afirma que conoció desde chica el valor del dinero y que no recibió de sus padres todo lo que pedía. Ya de adultos, la pareja casada, quiso manejar sus horarios e independencia. Sacaron Electrofaype y los resultados fueron excelentes en seis meses, tanto que dedican en un 100% al emprendimiento.
Hoy, las ventas triplicaron las ingresos que ambos recibieron en como dependientes laborales. No se arrepienten de haber tomado la decisión de arriesgarse por un futuro mejor para ellos y su hija de 2 años. Y tampoco descartan retomar los estudios y sostienen “que pese a que la universidad da herramientas de trabajo, es indispensable saber manejarlas en el diario vivir.
Con solo 27 años, Belén García también se une al grupo de empresarios jóvenes. Pese a que la gastronomía no era lo que estudiaba, siempre le llamó la atención la cocina; especialmente la repostería. Esto desde el colegio, cuando con un proyecto buscó recaudar fondos para su graduación.
Pero, el primer gran paso lo dio años después en el “baby shower” de su hijo Matías. Ella mismo quiso ser parte de la bienvenida y preparó todos los bocaditos; luego, vino el primer cumpleaños del bebe y los dulces fueron conquistando los paladares de los asistentes. Se fue regando la voz y recibía pedidos especiales, hasta que un día decidió crear su propio negocio: Sweet&Salt , con tan solo 23 años.
Con el boom de los cupcakes se abrió en el negocio, pero antes aprendió todas las técnicas y analizó el mercado. Nació de manera empírica, pero la demanda de los productos la han vuelto toda una profesional en la pastelería. Hoy promociona su negocio con un fan page, twitter, facebook y mails masivos a sus contactos. A más de ello dicta clases particulares. (AP/La Nación)