¿Deberían dejar de existir los zoológicos?
Por Daniel Tristancho Cubillos / Guayaquil
Pasante de la Universidad Casa Grande
Correo: daniel.tristancho@casagrande.edu.ec
En un mundo donde el número de zoológicos por país se ha multiplicado con el paso de las décadas, muchos problemas se han originado de este tipo de establecimientos ¿Es el zoológico simplemente una invención cruel del hombre o acaso en un principio fue algo bueno, que cedió ante la explotación de personas sin valores?
Los zoológicos son muy diferentes entre sí. Es imposible hacernos una imagen universal de cómo es uno. Existen zoológicos gigantes, que siguen estrictas normativas para ofrecer a los animales una experiencia lo más cercana posible a la vida en su hábitat natural, en los que son cuidados y estudiados para que la raza humana amplíe su campo de conocimiento. Existen zoológicos que ni siquiera deberían llamarse así, que se constituyen por un montón de jaulas desperdigadas por un terreno en las que los animales no viven, sino que sobreviven, en condiciones intolerables en las que son el mero entretenimiento de una cruel audiencia.
La idea original del zoológico, que trata a sus animales con gran responsabilidad y tienen como principal prioridad su cuidado, es buena. Son centros de estudio, investigación, crianza y también le otorgan algo fenomenal al ser humano que los visita, ya que le permite observar criaturas maravillosas que coexisten en nuestro mundo, las cuales no podrían ser vistas porque se encuentran en diferentes lugares del planeta. Cuando los zoológicos de un país solo se pueden contar con los dedos de una mano, por lo que cuentan con inversión adecuada y supervisión intensa, estos representan algo muy positivo para la sociedad. Existen muchos zoológicos así, sobre todo en Europa.
El problema comienza cuando los zoológicos de un país ya no se cuentan con los dedos de una mano, sino que son cientos. Cuando los propietarios ignoran que deben ser centros de estudio y cuidado animal, y los transforman en una exposición viviente en la que ningún derecho del animal se respeta.
La distorsión del zoológico original se da cuando hay tantos que es imposible que las autoridades se aseguren de que todos cumplen las normas de tenencia responsable con sus animales, y estos pasan de ser elementos sagrados para los cuidadores a simple entretenimiento. El problema real es que el mundo permite la existencia de zoológicos que representan lo opuesto a lo que deberían ser. Esa tolerancia es la que debería dejar de existir.