DE LA MANO DE LA CONSTITUCIÓN
Ing. Agr. Gonzalo Gómez/Guayaquil
El sector agropecuario tiene particularidades que son muy distintas a las demás actividades de producción. La Industria, por ejemplo, trabaja con materia inerte y sus productos finales son consecuencia de acciones mecánicas, por tanto sus resultados son inmediatos y dependen de la “capacidad instalada”. En agropecuaria la materia prima son seres vivos, donde los productos finales son elaborados por sus propios procesos fisiológicos y afectados por el medio ambiente; por eso los resultados son variables, misceláneos, y se proyectan como “potencial de producción”.
Toda actividad de producción necesita Financiamiento, pero la obsolescencia de las políticas para la concesión de Préstamos Bancarios es el mayor obstáculo para el desarrollo de estas actividades; y no solo del sector agropecuario sino también del artesanal, de la pequeña industria, y el de la pesca. Y es que para aspirar a la eficiencia se necesita de la tecnificación, que incluye no solo conocimiento actualizado, sino también equipo, maquinaria, implementos, infraestructura especializada y otros insumos; particularidades que precisan inversiones de largo plazo que deberían ser financiadas por la Banca de Desarrollo, pero que lamentablemente apenas llegan a algunas de las grandes empresas; mientras que a los pequeños productores solo les conceden préstamos de corto plazo, que escasamente sirven para capital de trabajo.
Este financiamiento deficiente se refleja en una práctica agropecuaria disminuida; sin tratamiento del suelo, mala infraestructura para drenaje, riego mediocre, fertilización deficiente, defectuosas prácticas de cosecha y mal manejo del producto final. Para la actividad ganadera, a todo lo anotado hay que sumarle una incorrecta alimentación, rudimentaria práctica de ordeño, incompleto manejo de sanidad y prevención, así como una inadecuada infraestructura para alojamiento y manejo del ganado. La consecuencia final es una baja productividad, lo que encarece los costos e imposibilita la instauración de un sistema de comercialización equilibrado, justo y ordenado.
Por lo expuesto es indiscutible la necesidad y urgencia por reestructurar la actual política de Financiamiento, y para eso podemos y debemos valernos de algunos mandatos que provee la constitución de la República: Nuestra carta magna reconoce tres sectores diferentes en el Sistema Financiero Nacional: Banca Privada o Comercial, Banca Pública para Desarrollo, y la Banca para el sector Popular y Solidario. Y señala además que “cada uno contará con normas y entidades de control específicas y diferenciadas” (art. # 309 de la Constitución).
La creación de una Entidad de Control exclusiva para la Banca de Desarrollo es inobjetable e inaplazable, pues será la piedra angular para apuntalar la rehabilitación y el desarrollo del sector agropecuario y de todo el aparato productivo nacional. Nuestro próximo presidente tiene este trascendental reto, y le queda fácil, porque si se decide podría hacerlo con la Constitución en la mano.