Luis Hidalgo Vernaza

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Normalmente las crisis de gabinete se producían con la llegada del fin de año. En otras ocasiones muy de vez en cuando el Presidente las precipitaba para renovar ministros que le pudieran estar causando un malestar políticamente o no estar de acuerdo con el manejo de la cartera.

Con la llegada de la revolución de los corruptos, las cosas cambiaron, nadie quería aflojar el cargo y el servilismo por conservarlo llegó a extremos nunca vistos. Se perdió la dignidad y el respeto para consigo mismo, al punto de que el dictador trataba a los colaboradores en forma grosera llegando incluso a la vejación.

En los últimos meses se ha dado una crisis no programada, las causas han sido de diferente índole. Los primeros en retirarse fueron aquellos Correistas que hoy están en la oposición; posteriormente los Ministros de Agricultura y Electricidad; así como quienes integraban el frente económico del anterior gobierno.

El Secretario de la Presidencia, un afuereño de apellido Mangas, que estaba con la revolución desde el inicio, se le aflojó la lengua y sin que mida en lo absoluto lo que decía, soltó una serie de verdades que hoy se quieren tapar diciendo que fueron sacadas de contexto.

Las revelaciones de Mangas son patéticas. Pone en tela de duda el triunfo de Moreno en las últimas elecciones; reconoce las denuncias de la Comisión Anticorrupción y de Villavicencio y, considera el dialogo con los diversos sectores como una tomadura de pelo. Ha sido un golpe desestabilizador para el Presidente. La credibilidad está en duda.

“La renuncia” de Richard Espinosa y de Iván Espinel al IESS y al Ministerio de Inclusión Económica y Social, precipitadas por las observaciones de la Contraloría, cierran la crisis anticipada, esperando únicamente el pronunciamiento de los jueces en el proceso contra el Vicepresidente y acabar por este año el corto periodo de Moreno con una política desestabilizadora.

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