Antonio Aguirre Medina/Guayaquil

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Pocas veces en la historia republicana el Poder Legislativo ha estado tan desprestigiado, que su credibilidad apenas llega al 9,07% continuando a la baja y, en franca competencia con el poder Ejecutivo, que tampoco levanta cabeza.

El presidente de la República intentará sostenerse en su puesto, aunque sea a punta de aruñazos… Mientras que el presidente de la Asamblea seguiría intentando hacer todo lo posible por reemplazarlo, saltándose a quién constitucionalmente le corresponde.

Todo lo comentado nos llevaría a la conclusión que la última boya de salvación (la muerte cruzada) cada día estaría más cercana y en caso extremo en un supuesto no consentido la renuncia del Presidente sería la solución menos traumática en un país que está acabando de perder la confianza en un gobierno destinado al fracaso por su deficiente conducción del Estado, que está entregado a la corrupción y la narco delincuencia.

La calidad de nuestros políticos es paupérrima, tan solo basta un poco de desprestigio, faldas cortas, un par de videos llamativos y alguna verborrea inconsistente para ocupar un sillón en la Asamblea, para luego hacer propuestas irrealizables y buscar quien las cumpla y pregonar a los cuatro vientos que antes estábamos mejor.