Acertamos en nuestra apreciación que era difícil que el impresentable Presidente de Venezuela se aparezca a la ceremonia de cambio de mando, el riesgo de su presencia incomodaría a las autoridades del país por la majestad del acto que se cumplió de acuerdo a lo previsto, salvo pequeños problemas de salud y tiempo con los Presidentes de Argentina y Colombia respectivamente.

Emotivos los cantos que hicieron llorar solamente al ex Presidente, pero con el debido respeto, el grupo de canto no estuvo bien preparado para un acto de tanta importancia y trascendencia en la vida política de un Estado.

El mensaje del Presidente de la Asamblea fue menos conciliador que el mensaje del nuevo Presidente de la República, sin ocultar su admiración y lealtad al ahora ex Presidente.

Inmejorable la decisión de no leer el informe de labores con el mensaje a la nación que por costumbre hace el mandatario saliente, en su ocaso debe haberse dado cuenta que durante diez años nos hizo escuchar lo mismo de lo mismo, que el pueblo de tanto escucharlo llegó a tenerle fastidio.

El mensaje del nuevo Presidente sinceramente mucho mejor de lo esperado, demostró que sí puede llegar a ser un estadista reconocido si cumple con todo lo ofrecido, alejado sin presiones de toda doctrina fracasada que hubiera sido lo peor que le suceda al país al continuar aplicando recetas impuestas por franquicias perversas.

El nivel de aceptación popular debe haber subido luego del discurso de posesión que dejó un buen sabor en la boca de cientos de miles de compatriotas que no confiabamos en el, la esperanza del país ha vuelto a renacer y es más fácil perderla que ganarla, seguiremos con atención y critica sana el desarrollo de su gestión.