Cesar Augusto Escobar Páez: Una monta efectiva
Silvio Devoto Passano
sidepaderby@hotmail.com
No le fue nada fácil llegar a puestos estelares en el ranking de jinetes, eran muchos y muy buenos los látigos nacionales y extranjeros que actuaban en “La Carolina” el hermoso hipódromo capitalino que reunía semanalmente a lo más representativo de la sociedad quiteña, profesionales destacados que lucieron la bondad de su monta en los mejores centros turfisticos de esta parte del continente.
Astuto como era, lleno de ambiciones, para llegar al éxito debió entregarse por entero aprendiendo de cada una de las estrellas que veía a diario en los traqueos y los domingos en carreras públicas, para ir perfeccionado una monta que tal cual reza en el subtítulo de esta crónica llegó a ser una de las mejores del patio, concitando luego la atención de propietarios y preparadores en Colombia y Panamá.
Sus inicios en Quito
Era el momento de bien llamada “hípica grande” en la ciudad capital con un bonito y acogedor hipódromo, buenos premios merced principalmente al respaldo en las apuestas de los aficionados porteños que seguían las carreras por radio y carteleras interesantes, bien handicapeadas que entusiasmaban a los aficionados.
Era la época de Abel Vaca, Gustavo Hidalgo, Jesús Yánez, Leonardo Mantilla, Hugo Serrano, Tiburcio Tapia, Luis Bravo y Enrique Canales entre otros, que brindaban excepcionales demostraciones en la silla de verdaderos campeones como Dina Mía. Palermo, Don Floro y tantos otros.
Con las dificultades propias del muchacho que sin apoyo busca hacer camino en tan dura profesión, obtiene su primera victoria en 1954 sobre los lomos de Perón, un 15/16 que luego animaría la primera campaña en el “Santa Cecilia” logrando más de un triunfo. Poco más de veinte y cinco primeros lugares en “La Carolina” lo animaron a venir a la perla del Pacifico promediando la primera temporada, 1956, con dos kilos de descargo para hacerse de su primer éxito con el también nacional Chuchaque.
Su monta fue el agrado de muchos preparadores que empezaron a darle montas y pronto, sobre el sillín de Yesero alcanzó el tan ansiado “doctorado” y su primera victoria clásica…
El hijo de Yo Yo, frecuente ganador en nuestras pistas, pertenecía al “Chipipe” cuyo propietario, el Ing. Miguel Salem Dibo, comenzó a apoyarlo confiándole caballos de categoría entre ellos el sobresaliente Aladino con el que ganó un clásico espectacular cerrado la temporada sobre Arraigo.
Jinetes de grandes campeones
Rivalizando con excelentes jinetes nacionales y extranjeros en el hipódromo de Mapasingue lució en importantes clásicos con victorias que acreditaban la bondad de su monta y estuvo siempre disputando las estadísticas lo que lo hizo merecedor en más de una oportunidad al reconocimiento del periodismo especializado en las premiaciones de temporada.
Así lo vimos conducir lucidamente a más del antes mencionado Aladino, al argentino Entresueño en ocasión de imponer la Marca Nacional de los 2.700 metros, al sobresaliente Greenly ganando más de un clásico, al argentino Happy Nigth y a la luchadora Perdición, igual que a Capo DI Monte II, Maristella, Jerez Sirampur, Montecattini, Disparo y Ermitaño, entre muchos otros que por el momento escapan de nuestra memoria.
Jinete astuto, repetimos, de muy buena silla, era todo un entendido en el estudio de sus rivales y en la planificación de la carrera, más de una vez, previo a un gran clásico, conversó con quien esto escribe sobre el posible desarrollo de la carrera y la forma en que conduciría. Casi siempre, doy fe de ello, las cosas se dieron como lo planificó.
En la historia de los tres hipódromos
Revisando con detenimiento sus campaña, lo encontramos como dueño de verdaderos récords entre sus pares, ganó la carrera clásica más importante del “Costa Azul” Sobre dos mil metros con Perdición superando por “mínima” a Jerez que era llevado por Leonardo Mantilla, ganó el principal y mejor dotado clásico del “Santa Cecilia” el 8 de Octubre de 1965 conduciendo al ídolo Mar Negro sobre los tres mil metros y se hizo del primer gran clásico “Presidente de La República” en la segunda etapa de “La Carolina” ganando con Gasparin los dos mil metros.
Todo como para ocupar un lugar de preferencia entre sus pares.
Salidas al exterior
Primero fue a Cali, Colombia, y de entrada salió de perdedores con un caballo que entrenaba Augusto “Toto” Rojas y constituirse en figura en el hipódromo “San Fernando” junto a sus paisanos Jesús Yánez, Leonardo Mantilla y Abel Vaca.
Años después viajó a Panamá triunfando de entrada con Olaida un par de veces y muchos triunfos más que merecieron elogiosos comentarios de la extendida prensa del país del Istmo, sobresaliendo en un clásico de 1.300 metros con el norteamericano Monti.
Lastimosamente se accidentó aprontando un potrillo norteamericano que se alistaba a debutar sufriendo una fractura en el tobillo, lo que motivó semanas después su retorno a Ecuador.
Oportunidad perdida
José Santamarina, propietario y criador argentino que trajo a Ecuador un escogido lote de fina sangre, Entresueño, Lotero, Snow Time, Otelo ex Árbol, Zafarrancho, Anacrónica, y Avis, se impresionó muy gratamente con la monta de Escobar y le ofreció un contrato para llevarlo a conducir en los principales hipódromos del País del Plata, lastimosamente nuestro compatriota, no pudo poner en orden asuntos de índole personal frustrándose de esta manera la oportunidad única para triunfar en una hípica de la importancia de la argentina.
Se despidió en el Buijo
Transcurriendo la temporada 1984, año de la reinauguración del ahora llamado hipódromo “Miguel Salem Dibo” Escobar tomó la decisión de retirarse de la profesión de jinete, actividad en la que estuvo involucrado durante tres décadas superando con mucho las tres mil victorias.
Hoy asiste regularmente a carreras acompañado de sus hijos Cristian y César, con 70 años, a cuesta nació en 1940 en la ciudad capital, lucha contra el Mal de Parkinson que lo agobiaba desde hace varios años.
Cesar Escobar, es sin lugar a dudas una de las grandes figuras de la fusta ecuatoriana y en el recuerdo de todos está la imagen de un jinete con muy buena silla, de mucho rigor, inteligente y lleno de coraje, virtudes que justifican de manera sobrada nuestra definición de una nota monta efectiva.
Con el mandil en las manos
Igual que los jinetes de primerísimo nivel, al no haber cámaras que registraron lo sucedido en carreras, hizo uso en más de una ocasión de los llamados “recursos” y cerrando una tarde del Santa Cecilia, conduciendo a Chepicana tomó el mandil a Brisinga llegando con el mandil en la mano, el jinete de la perjudicada ni se dio cuenta.
Otra “perlita”
En Salinas corría a Nicolás contra el gran favorito Galanto, entrando a la recta del frente se agarró del rabo de éste y faltando doscientos para la meta lo soltó y pasó a ganar. Al desensillar el jinete de Nicolás le dijo a Pepe Aguirre “sentí muy pesado al caballo”, cierto, le contestó el futre, si vienes remolcando a Nicolás toda la vuelta.
“Este servidor compadre”
A su regreso de Colombia le di las montas de mis dos caballos, Mucho Ojo y Don Germancito, ganó con los dos y al retornar al pesaje, para la foto recordatoria con el segundo de los nombrados me dijo: Está servido compadre… Días después me pidió sea padrino de su hija mayor Grace Margarita a los que accedí gustoso.
“Anda tranquilo, con Anthea no pierdo”
Esa es una yegua chilena del “San Anita” que corría en la última carrera, cierre del popular “5, 6 y 7”, yo debía asistir a un compromiso ineludible que me obligaba a salir antes de la carrera señalada, le dije ponle todo el empeño del mundo que cierro todo con ella, su repuesta de inmediata, seca, tajante…. Anda tranquilo, con Anthea no pierdo… creo se ganó una de las mejores carreras de su dilatada campaña, de punta apunta, con Lancero y Oromedón a sus costados desde poco antes de entrar a tierra derecha, ganó en base a rigor.
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