CAOS VEHICULAR
Antonio Aguirre Medina
antonioxaguirre@lanacion.com.ec
Difícil tarea le tocará al Municipio de Guayaquil en ordenar el tráfico de la ciudad, puesto que el modelo exitoso de gestión y la regeneración urbana han hecho más angostas las calles, y se han eliminado parqueos en el centro de la ciudad ocasionando una circulación difícil y demorada.
Aparte de lo anteriormente expuesto existen aproximadamente 1.200 buses obsoletos que deberán ir directamente a charratización lo que les provocará los disgustos a los propietarios de esos vehículos chatarra.
Ardua tarea tendrá en controlar el exceso de escuelas de manejo que suman 24 y aproximadamente con 800 unidades rodando por la ciudad manejados por “camarones” que interrumpen el tráfico. En otras partes del mundo éstas escuelas funcionan en lugares cerrados y con salas virtuales de manejo. Además ruedan por la ciudad aproximadamente 200.000 motos que irrespetan todas las leyes de tránsito circulando hasta en las veredas, provocando diariamente accidentes de tránsito que como es de suponer cuando no fallecen siempre declaran que no fueron los culpables.
Otro problema que deberán afrontar es la nueva moda de las ciclo vías que por lo general son ocupadas por aficionados a ese deporte que siempre andan en grupos de 20 o 30 y rara vez respetan las señales de tránsito.
Sumado a este problema la falta de parqueos públicos que cada día es mayor, la invasión de “franeleros cuida carros” que se han apoderado de todos los sectores de Guayaquil, en Urdesa hay calles que tienen entre 5 y 7 cuida carros, la mayoría pertenecientes a otras provincias que con sus familias se han apoderado de las calles de la ciudad, así como los malabaristas, cirqueros, limosneros, carameleros y limpiaparabrisas que deambulan e interrumpen el tráfico en lugares estratégicos de circulación masiva. Me olvidaba de algo fundamental que es el pésimo servicio de los semáforos muy pocos son los que están coordinados y otros están dañados.
También es de esperarse la presencia inoportuna de un grupo foráneo que trata de meterse en todos los acontecimientos de la ciudad, y se denominan Diablumas.
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