Opinión

Campus Party de Quito: Un trampolín a mejores universidades

Aunque para algunos jóvenes como Paúl y Deny, el encuentro sólo sufre una especie de pausa, pues no dudan en que volverán a la quinta edición del próximo año.

QUITO. Unos 3.000 asistentes participan activamente en el Campus Party de Quito, el mayor evento tecnológico en Ecuador, que para muchos jóvenes es también un trampolín para optar por programas de becas estatales en las mejores universidades del mundo.

Es el caso de Paúl Mosquera, un joven innovador empeñado en sacar el mayor provecho del Campus para presentarse a las pruebas de rendimiento de un programa de becas que mantiene el Estado con universidades de excelencia en diferentes países.

El objetivo de Paúl es «llegar al grupo de estudiantes de alto rendimiento», con derecho a beca, y ya tiene pensado ir a Harvard, al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) o la Universidad de Toronto.

Su sueño lo ve ahora más cerca, después de haber terminado el encuentro, disfruta de más de 250 horas de contenidos tecnológicos y ponencias de personalidades como el creador de WikiLeaks, Julian Assange, quien fue partes del Campus a través de videoconferencia desde la Embajada de Ecuador en Londres.

También participaron, entre otros, el Jefe de Sistemas de la ciudad estadounidense de Palo Alto, Jonathan Reichental; el famoso creativo Leandro Raposo; el llamado «padre del MP3», Nathan Schulhof; y el diseñador Ramiro Torres, que colaboró en el desarrollo del Xbox I.

Paúl Mosquera, que ya había asistido a anteriores ediciones del Campus Party en Quito, no asistió a dicho encuentro con las manos vacías, pues presentó una impresora en tercera dimensión, totalmente ensamblada por él.

Recuerda que el año pasado trajo al Campus un robot «Wally» hecho de madera, que atrajo las miradas de muchos de los participantes.

Para Paúl, en el actual mundo tecnológico «no existen limitaciones» y la innovación «sólo es cuestión de la imaginación», pues se pueden usar programas de «código abierto» que, además de alentar a la creatividad, reducen los costes.

Por ejemplo, dice Paúl, una impresora 3D (tercera dimensión) de algún fabricante privado puede llegar a costar entre $ 1.200 y $ 2.100, «pero hacerla uno mismo, apenas $600 y lo puedes hacer de acuerdo a tus necesidades».

Incluso se podría confeccionar una que tenga un rango de dos metros cuadrados en el área de impresión, un argumento que, según Paúl, llamó la atención del Instituto Geográfico Militar, encargado de confeccionar mapas del país.

A ellos «les interesa (esta tecnología) para hacer maquetas a gran escala», pero también podría usarse en la elaboración de moldes de piezas con alta exactitud que requiera la industria, apuntó.

Otro joven, Deny Zumbana, de 13 años, oriundo de la provincia andina de Tungurahua y que llegó al Campus tras obtener un pase en un concurso de «becas» impulsado por los auspiciantes en la red, llevó al encuentro un pequeño robot que atravesaba con agilidad por los pasillos del recinto.

Esta fue la primera vez que Zumbana asistía al Campus, pero dice que fue una oportunidad para mejorar conocimientos, prepararse y, en su momento, optar también por llegar al grupo de estudiantes de alto rendimiento del país, con derecho a beca a las mejores universidades.

El también quisiera estudiar en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y por ello promete llegar a la siguiente edición del Campus Party con «un proyecto más innovador».

La experiencia de juntarse con gente fanática de la tecnología y escuchar charlas de personalidades muy importantes en la materia, le ha agrandado las ganas de profundizar los estudios.

Además, a Zumbana el Campus le dejó una amplia agenda de contactos de nuevos amigos, con los que comparte conocimientos y experiencias. (Redacción/Efe)