Opinión

Campeón sin jugar

Claudio Campos

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@claudioncampos

 La vida es una prueba constante de superación y en ella encontramos escollos de diferentes tamaños que depende de cada uno poder superarlos y sacar el beneficio que a la larga sirva para interpretar y asimilar futuras situaciones.

El torneo que estaba por comenzar era largo y con seguridad premiaría al equipo más insistente y que cuente en sus filas a muchos jugadores con capacidades altas y que puedan mantener un rendimiento regular durante todo el año.

En nuestro equipo la competencia interna era feroz pero muy respetuosa lo que generaba un plus extra ya que todos querían jugar y se preparaban diariamente al máximo.

El preparador físico se llamaba Néstor Cerruti, alias “bigote” quien era con seguridad el corazón de ese plantel por su calidad humana y aparte por tener un sexto sentido al divisar rápidamente quien necesitaba un abrazo y quien un consejo, virtud difícil de admirar pero con una valía enorme.

Los partidos comenzaron a pasar y el equipo acrecentaba su rendimiento ganando en canchas muy difíciles pero por sobre todo imponiendo un estilo vistoso y contundente.

Como en todo equipo de futbol el director técnico siempre dice en su discurso que prefiere tener el problema de ostentar varios jugadores de buen nivel y no saber a quién poner que vivir en dudas constantes por no tener los futbolistas adecuados para cada compromiso.

Con este atenuante nuestro equipo pudo rotar y entonces tuvimos la oportunidad todos los integrantes de jugar al menos algún minuto durante el año, de esa manera sentirnos importantes dentro del grupo.

La excepción fue el gringo Juan Manuel Freeman, un arquero muy trabajador lleno de vitalidad y con un respeto enorme a su trabajo como ninguno, pero que no gozo de la posibilidad y confianza del cuerpo técnico para saltar al campo de juego más allá de ir todos los partidos al banco de suplentes.

El club necesitaba vender jugadores y necesitaba poner en la vitrina a los más destacados, situación que tuvo que sufrir “el gringo” porque delante de él estaba la gran figura del equipo, quien con el correr de los años llego a tapar en equipos de Europa inclusive la selección juvenil de nuestro país.

Aquel equipo fue campeón indiscutido, y se dio el lujo de consagrarse jugando de local ante nuestro público; dejándonos un recuerdo imborrable y no solo por la satisfacción y alegría deportiva, sino también porque en el momento de la premiación el profe Néstor Cerruti se acercó a nuestro arquero capitán y le susurró algo al oído, palabras que nadie se enteró pero que tácitamente significaron una enseñanza eterna para todos.

La copa tan deseada fue finalmente levantada por el “gringo Freeman”, quien en ese momento no solo se sintió un digno ganador, sino que también gracias a su trabajo en silencio y el respeto de sus compañeros toco por primera y única vez el cielo con las manos.

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